lunes, 21 de marzo de 2011

¿Hay racionalidad en lo que ocurre?: ¿Tiene sentido lo que está ocurriendo?

PRÓXIMO FORO
Sábado, 26 de marzo de 2011, a las 11:00 horas

¿Hay racionalidad en lo que ocurre?:
¿Tiene sentido lo que está ocurriendo?



LUGAR DE REUNIÓN
Libro Técnico,
C/ Alfonso XI, nº15 – Algeciras

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TEXTOS

La Decadencia de Occidente
Bosquejo de una morfología de la historia de la Historia Universal.
Oswald Spengler


Capítulo II
El problema de la Historia Universal

1
FISIOGNOMICA Y SISTEMÁTICA

Llegamos, por fin, al punto en que nos es posible dar el paso decisivo y bosquejar un cuadro de la historia, que no dependa de la colocación accidental del espectador en cierto «presente»—el suyo—y de su cualidad de miembro interesado perteneciente a una cultura determinada, cuyas tendencias religiosas, espirituales, políticas, sociales, le inducen a disponer el material histórico en una perspectiva temporal y espacialmente condicionada, imponiendo así al proceso histórico una forma caprichosa y superficial que le es íntimamente extraña.

Lo que ha faltado hasta ahora a los historiadores es la distancia suficiente de su objeto. En el estudio de la naturaleza hemos llegado ya hace tiempo a obtener el necesario alejamiento. Verdad es que en este terreno era más fácil de lograr.

El físico construye la imagen mecánico-causal de su mundo con espontánea evidencia, como si él mismo no formase parte de esa imagen.

Ahora bien; en el mundo de las formas históricas puede hacerse lo mismo, sólo que hasta ahora no lo hemos sabido.

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El Affaire Dragus
Yo acuso
Fernando Sánchez Dragó

Escrito en Saigón el 3 de febrero de 2011…

Han transcurrido cien días desde el 26 de octubre de 2010. Fue en esa fecha cuando los sicarios de la Brigada Político-social del Pensamiento, los costaleros del Ku Klux Klan de la progresía, los nazarenos de la procesión de la Santa Hermandad de las Buenas Costumbres, los sayones de la guillotina de la libertad, los alguaciles de la censura, los puritanos, los meapilas, los inquisidores, los traidorzuelos, los malandrines, los hipócritas, los trepas, los lameculos, los cobardes, los cainitas, los analfabetos, los indoctos, los aristófobos, los envidiosos, los embusteros, los currinches de la prensa, tele y radio del Movimiento Amarillista, los energúmenos de los sindicatos, los estómagos agradecidos, los paniaguados del gobierno, las damiselas cloróticas, los sacristanes calzonazos, las Rottenmaier feministas, las marujonas beatas, los descuideros que van a Cuba o los asiduos de la telemierda y los navajeros de la corrección política, malhechores todos, desempolvaron en mi contra la ley de Lynch. Yacía ésta en los sepulcros de la memoria histérica desde que la última cheka cerró en Madrid y la última camioneta de sedicentes falangistas dejó de circular por Burgos.

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RESUMEN



Debate organizado por Foro Identidad y celebrado el 26 de marzo de 2011.

Asistentes: Carlos P, Daorino, De Lorenzo, GuAy, JDia, JRam, Mago M, Pablo de La Línea, Pe, TRIV.

Duración: 11:00-12:40 horas.

Autor de esta síntesis: De Lorenzo


Se inicia este debate, de características particularísimas, como se irá viendo a lo largo de esta síntesis, con una intervención de JDia en la que se interroga a sí mismo, pero sin dejar de interrogar a los demás, acerca de la existencia o no existencia de leyes y regularidades en la historia. Sostiene que, por un lado, sin estas leyes y regularidades caeríamos en una sucesión de hechos sin relación alguna y que para entender algo se necesita un esquema. Nombra a Popper, para recordar que éste admite la posibilidad de establecer unas regularidades. Por otro lado, continúa, en la historia los sujetos humanos, como actores de lo que ocurre, cambian constantemente en sus conciencias, y con ello las causas cambian también. En breve intervención, GuAy se adhiere a la segunda opción planteada por el anterior y sostiene categóricamente que no existen leyes históricas. Cada hecho histórico tiene su particular explicación y nada más.

JRam relativiza. Existen dos teatros, explica: uno el de lo que ocurre y otro el de la información que se nos suministra, y que no responde fielmente a lo que ocurre. Por otro lado, añade, la posición de cada observador afecta a la percepción de los hechos. Esta idea trata de demostrarla exhibiendo un libro, poniéndolo en el centro de la mesa alrededor de la cual se congregan los tertulianos e instando a que cada cual compruebe su personalísima visión del objeto. Termina con una pregunta, ¿cuál es la realidad?, y con una afirmación, según la cual la historia no es abarcable.

Tras esto, De Lorenzo advierte acerca de lo que entiende como hipervaloración de lo racional en la historia por parte de la historiografía. Sostiene seguidamente que no existen leyes históricas y emplaza a cualquiera que conozca alguna a que la enuncie. Todos callan. Pone como ejemplo de la ausencia de leyes históricas el caso de las predicciones, supuestamente científicas, de la escuela histórica marxista, que han sido brutalmente refutadas por la realidad del devenir histórico, aunque aún algunos recalcitrantes sigan haciendo como si nada. Entiende más provechosa, en cambio, la línea de trabajo de la escuela de los Annales, que estudia concienzudamente los datos y los hechos sobre cada acontecer histórico, pero que renuncia a hacer predicciones sobre la base de estos análisis. GuAy, siempre célere, añade a esto que la existencia de leyes históricas sería algo hasta peligroso, provocando una moderada hilaridad a la vez que bastante conformidad con este extremo entre los asistentes.

Daorino sostiene un punto de vista más moderado en cuanto a negación de leyes históricas se refiere. Dice éste que puede hallarse una ley histórica, no como determinismo absoluto pero sí bajo la forma de ciertas circunstancias que determinan ciertos hechos. Tras una crisis económica suele haber conflictos, ejemplifica.

Irrumpe TRIV, visiblemente irritado con todo lo dicho antes. En el fondo de la materia subyace una ley que lo rige todo, dice con vehemencia. Para todo acontecer existe una ley que lo rige, prosigue con los mismos modos. Aún no existe capacidad e instrumental científico para conocer las leyes, matiza, pero sólo para elevarse sobre sí y decir con ardor que a partir del propio caos e incertidumbre subyacen las leyes. Siendo cada vez más parecido a sí mismo, concluye con la afirmación de que si no existieran leyes como estructura reticular subyacente, no habría posibilidad de verdad.

Pero JDia tampoco puede ser distinto a sí mismo. Muy sistemático, diserta lo que considera tres problemas del punto de vista expuesto por TRIV. El primero es el del todo y la parte: el todo influye en la parte y la parte en el todo, dificultando esto la obtención de leyes. El segundo viene dado por la afirmación de que se ha establecido que en psicología pueden existir unas 2000 leyes; esto se ha tratado de trasladarlo a la historia y se han encontrado con docenas de miles. Extrapolar la situación en la física a todo aquello que es humano es casi imposible, sostiene. El tercero y último está en el argumento de que tanto en la naturaleza como en la sociedad estamos sometidos a la evolución; esto hace que las leyes cambien. Las leyes son regularidades de la naturaleza y en un ciclo de tiempo determinado cambian y ya determinan fenómenos distintos. Por ello predecir es muy difícil, dice. Concluye JDia con una pregunta, una respuesta y un desafío. ¿Tiene sentido la historia? Sí. ¡Pero conócelo!

TRIV, ahora pedagógico, responde que la explicación está en lo cuántico. Dice que existen leyes que no se conocen, pero que están ahí. Las leyes de la naturaleza a las que nos referimos son prosaicas, añade. Pero existen otras leyes que determinan la aparición de la materia y la energía. Lo fundamental entonces sería distinguir la entidad sujeto frente a la entidad objeto, concluye, de forma harto abrupta.

En este momento Daorino abandona el debate afirmando que se dirige al bosque.

A esto vuelve a responder JDia. ¿Existe interactividad absoluta entre objeto y sujeto? Para él, dentro de un sujeto existe una tremenda cantidad de objetividades. Continúa con la idea de que hay que pasar a un concepto de la ciencia que admita la evolución de las leyes, una epistemología de las ciencias no tan determinada. Con esto desarrolla un poco la última parte de su discurso anterior. Pero JRam va más lejos en este asunto. Afirma que los hombres ajustamos las leyes a nuestra conveniencia, según un mecanismo que explica a continuación. La falsabilidad va dictando el cambio de leyes. Hay campos en los que no se cumplen las leyes existentes. Ahí se buscan otras regularidades y así las leyes van cambiando.

El enojo de TRIV es evidente. Su gesto así lo atestigua. Bastante desilusionado, sostiene que no se está avanzando nada en el debate y que no se le responde a lo que él dice. La desilusión se extiende ahora entre muchos asistentes. En ese momento De Lorenzo enuncia la regla de debate número 10, que hace tiempo que nuestra asociación se dio libremente: “si alguien se siente insatisfecho al considerar que no se enriquece con el debate y, sin embargo, percibe claramente los errores teóricos y de argumentación de los demás participantes, le es lícito realizar un esfuerzo pedagógico y dialéctico para que los demás capten su visión y caigan en la cuenta de sus errores”. Su lectura hace que muchos se animen y que algunos hasta se alegren. JDia celebra públicamente esta regla. TRIV se halla ahora en condiciones de continuar. Explica éste que lo que evoluciona son los principios en que se basa la evolución, pero que tras la física de partículas existe un tejido que determina todo ello.

JDia duda ahora de que TRIV esté respondiendo al discurso suyo y al de JRam. Insiste en la idea, que aparece constantemente en el debate desde hace un tiempo, de que las fuerzas que determinan el cambio también cambian.

Desde este momento el debate adquiere la forma de un toma y daca entre TRIV y JDia. Hombres nacidos para la dialéctica, no dejan de provocar el mayor de los deleites entre los contertulios. A lo que uno cualquiera de los dos dice, otro responde con mayor ingenio, pero sólo para ceder ante el ingenio del que habló antes y que responde ahora, y así prosigue el debate.

TRIV, audaz, interroga a JDia. ¿Crees que la naturaleza es estocástica, variable?, pregunta. Pero él mismo responde: no puede ser, pues entonces estaría rota. Pero JDia también tiene una pregunta para TRIV. ¿Una ley es distinta del propio universo? También responde el mismo que interroga: no. Y, con un estilo indudablemente aristotélico, saca la pertinente conclusión: si el universo está en evolución, las leyes están en evolución.

De Lorenzo, divertido, advierte que existe una ley que satisface los criterios triviñianos: una especie de ley de la evolución eterna. JDia lo admite. Éste mismo, tratando de entender lo ocurrido en el debate pero también en el desarrollo general de los discursos, hace una interesante digresión sobre el efecto de una concepción global del mundo concreta, que determina muchos de los discursos.

Tanta discusión y de tanta altura provoca una evidente fatiga especulativa entre los asistentes, tanto entre los que hablaron mucho, como entre los que hablaron poco. Por fin, todos satisfechos, se dispersan.


Frases célebres:
- TRIV: En el fondo de la materia subyace una ley que lo rige todo.
- JDia: ¿Tiene sentido la historia? Sí. ¡Pero conócelo!
- JDia: Si el universo está en evolución, las leyes están en evolución.