miércoles, 26 de septiembre de 2007

Uso de la libertad, control del miedo y pesebrismo. Erich Fromm y el miedo a la libertad

ASOCIACIÓN FORO IDENTIDAD


PRÓXIMO FORO


Sábado, 29 de Septiembre de 2007
11 : 40 horas


TEXTOS

http://foro-identidad-noticias.blogspot.com/

Diversos textos y noticias sobre pesebrismo cultural

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- http://www.monografias.com/trabajos14/la-libertad/la-libertad.shtml


Índice


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Sobre el miedo

1. Resumen
2. Introducción
3. Cambios fisiológicos ante una situación provocadora de miedo.
4. Desarrollo y abuso del miedo en los seres humanos
5. Qué podemos hacer y cómo interpretarlo
6. Apéndice
7. Referencias

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Rescatar a Fromm. Por Alejandro Vainer
I-
Estos "Tiempos (pos)modernos", que nos convencen de la fascinación por los últimos gritos de la moda (ya sean nuevas tecnologías o el último fármaco milagroso), trabajar sobre Erich Fromm pareciera un anacronismo. Para muchos todo lo que no es "nuevo" se debiera desechar. Pero quizá no todo lo que nos antecede sea para descartar, y ni siquiera viejo. Resistir a esa tendencia hegemónica actual, marcando la vigencia de cierto pasado es el objetivo de estas líneas.


RESUMEN
USO DE LA LIBERTAD, CONTROL DEL MIEDO Y PESEBRISMO.
ERICH FROMM Y EL MIEDO A LA LIBERTAD.


Esta semana hemos vuelto a tratar a Erich Fromm mediante una de sus obras, “El Miedo a la Libertad”. Esa obra ha sido más bien una excusa que nos ha llevado igualmente a hablar sobre Orwell (y su “1984”) y el pesebrismo, temas que han sido el centro de atención durante estas últimas semanas.

Se empieza hablando sobre el pesebrismo, pronunciándose una breve sentencia: «…es el que alaba a quien le paga»; continuando con otra sentencia, ya teledirigida haciendo alusiones a Erich Fromm y a la realidad de muchos artistas o pseudoartistas: «El miedo a la libertad es el miedo a que el pesebre te deje de dar de comer». Esto encierra al individuo en un miedo en el que el peloteo se hace un mecanismo de supervivencia, un medio mediante el cual uno recibe para comer y el otro recibe para su ego. ¿Y cómo se llama esto? Pues para el que no cree en los principios de su pesebre, podemos hablar de una AUTOCENSURA que se está imponiendo, mediante la cual se consigue ceder sin mucha fricción.

El momento más caliente, dinámico y apasionado del debate se produjo cuando los contertulios afrontaban, intentando profundizar con minuciosidad quirúrgica, un término tan ético como controvertido, como lo es la LIBERTAD. La frase que produjo tal turbulencia, siempre en un sentido positivo, fue la discutida frase de Lenin: «LIBERTAD PARA QUÉ»; «¿Acaso la libertad se puede aparcar?, ¿el pueblo a trabajar y las minorías a gobernar?, ¿no condicionó esa frase el posterior desarrollo de la Unión Soviética», se preguntaba uno de los contertulios. Otro respondió diciendo que EL HOMBRE NUEVO se quedó en el primer estadio, no se pudo dar el paso a la libertad. Además, después de la Revolución Rusa se dio prioridad a las necesidades vitales en lugar de a la libertad. «¿Pero acaso se podían permitir la libertad después de una Revolución saliendo de donde salían?, ¿Acaso no era el peor momento para la libertad cuando la prioridad era la industrialización y erradicar el hambre, además de la reconstrucción y reorganización del país?», dijo otro de los contertulios en alusión de que después de una Revolución un país se encuentra debilitado y se deben coger las riendas. Nadie sabe hasta dónde habría llegado Lenin pero lo que sí es seguro, y como afirmó uno de los contertulios: «La libertad y un sistema democrático no tiene por qué ser tal y como se entiende hoy en día en el mundo occidental. Precisamente puede ser que en Occidente se viva menos la democracia y la libertad, puesto que no participamos de la vida democrática, relegando nuestro destino cada cuatro años a unos supuestos profesionales de la política: es una dictadura con “números aleatorios”. Y lo que es peor, en las sociedades democráticas se hace del miedo una filosofía para tenernos siempre tensos, alerta y con mucha incertidumbre, empezando con la televisión (que nos atonta y nos inunda de temores) y terminando con los abusivos precios de la vivienda y las más abusivas todavía clausuras de los bancos con la hipoteca, sin las continuas subidas de precios, etc.»

En la novela de Orwell, “1984” se habla muchísimo del miedo a la libertad, de hecho, el miedo es el denominador común de la novela de principio a fin: «Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento» (1984. George Orwell. Ediciones Destino, Segunda Edición de Julio de 2001, pág.261) Y tras esa comprensión de vivir siempre con miedo, se plantea lo siguiente: ¿No está el miedo en TODO en el momento en el que existe una jerarquía, es decir, una escala de poder?, ¿y cómo va a frenarse el propio poder? El poder se podría frenar a sí mismo si respetara al poder judicial, pero es que nos encontramos en una lucha de poderes: el ejecutivo contra el judicial, el legislativo contra el ejecutivo…; al final todo se convierte en un todos contra todos. Aunque todo sea dicho, sentado en el ejecutivo se puede manejar al judicial, poniendo a sus amigos jueces a dedo en las salas constitucionales y en las cámaras tribunales más elevadas del Estado. Lo que significa que la practicidad de la división de poderes o legalidad de su actividad está en duda.

En cuanto a la hegemonía del concepto de libertad de Occidente, uno de los contertulios habló en los siguientes términos: «Mi libertad es buena, la tuya es mala: esa es la idea del capitalismo y la democracia Occidental» Una idea que se basa en la libertad de compra-venta y que se mide según el capital del que puedes disponer. Esa es sin duda la libertad de Occidente. Pero la libertad puede servir igualmente para hacer una sociedad más justa. De hecho, el poder tiene miedo a la libertad, y ¿qué ocurre entonces?: «el poder intenta adueñarse de la cultura y de todo acto verdaderamente libre, naciendo así el pesebrismo». Y esa adueñación puede ser violenta, amenazando a los artistas, o a través de otra forma más sibilina y no menos cruel: mediante la compra del artista o minándolo con el descrédito hasta que ceda y se deje comprar o luche hasta ser destruido. Se dice que en los autoritarismos la patada se vienen vivir, sin embargo en la sociedad democrática occidental no, lo que no quiere decir que no existan mecanismo de coartación y sojuzgación al individuo, que no es libre en sí mismo, sino que depende de otros: del que le dé trabajo, del que le dé casa, del que le dé la hipoteca… Y es que la democracia te deja hacer de todo: quejarte, patalear… pero al final al poder le da igual, hará lo que quiera: es el simulacro. Nuestro sistema de libertades es una pantomima en el que puedes quejarte, pero esa queja si la quieres llevar adelante te empujará a una odisea y a un montón de trabas. Por lo tanto, el Estado de derecho queda en entredicho, un estado de derecho en el que la ley es igual para todos pero todos no somos iguales ante la ley. Además, el capitalismo da rienda suelta a una actividad muy corrupta mediante el capital, y encima medio consentida, pues parece una práctica común y de lo más normal hasta que esta trasciende a los medios fácticos como la prensa, la televisión o la radio y de repente todo el mundo parece muy honrado.

Hoy en día existe una dictadura del miedo, aunque existe la libertad de sentir miedo. ¿Y qué miedos existen hoy en día frente al poder? Pues el miedo a enfrentarte a tu jefe, el miedo a defender tus derechos, el miedo a hacer uso de la libertad de expresión… Y eso es algo muy patente, es la AUNTOCENSURA (que casi equivaldría al doblepensar haciendo analogía con la novela 1984) de la que hablamos antes. Por ello, la libertad debe usarse valientemente, pues con miedo no se podrá hacer un buen uso de la libertad.

El discurrir del debate da marcha atrás y vuelve a la faltad de libertades en la URSS. Uno de los contertulios es tajante: «Durante la Guerra Fría no existían libertades ni en EE.UU. ni en la URSS. ¿Acaso nadie se acuerda del Comité de Actividades Antiamericanas? Y lo que es peor, ¿nadie recuerda -y esto antes de la Guerra Fría- los campos de concentración de japoneses en terreno norteamericano durante la segunda Guerra Mundial, muchos de ellos ciudadanos norteamericanos de pleno derecho? Y si me permiten, y posterior a la Guerra Fría, ¿qué es Guantánamo?» Es decir, Occidente no puede presumir precisamente de libertades y de democracia por muy abanderado que se haga de tal cruzada. Si acaso puede presumir de la idea romana se hombres libres y de esclavos, en el que existía hombres con derechos y hombres convertidos en escoria.

Pero en realidad, a nadie le conviene combatir al poder. Porque todo sea dicho, mientras todo el mundo pueda hacerse de multitud de cosas inútiles parece que no hay nada que temer. Vivimos en la sociedad del desahogo que no es sino parte del simulacro (del simulacro de la libertad), parafernalia del poder para tener a los hombres y mujeres bien sumidos bajo su cuna de control y obediencia inconsciente. Estamos manejados, el Pastor nos guía, pero pocos se dan cuenta y mucho de los que se dan cuenta se dejan llevar, ¿Y por qué?, pues por miedo y porque estamos demasiado bien alimentados; somos, en definitiva, como mascotas obedientes que temen a la vez que dan gracias a su dueño.■