martes, 1 de mayo de 2007

Ciclo Sociedad, espectáculo y simulacro. Guy Debord: Espectáculo, sociedad y arte



ASOCIACIÓN FORO IDENTIDAD

PRÓXIMO FORO

Sábado, 5 de Mayo de 2007
11:30 horas


Ciclo Sociedad, espectáculo y simulacro
(I) Guy Debord: Espectáculo, sociedad y arte

ATENEO DE ALGECIRAS
Blas Infante 4, Edificio Rafael Pérez de Vargas (antiguo Asilo).
Salón de actos



La Sociedad del Espectáculo
Guy Debord (1967)

Capítulo 1
La separación consumada
"Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original,
la representación a la realidad, la apariencia al ser... lo que es 'sagrado' para él
no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad. Mejor aún: lo
sagrado aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la
ilusión, hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el colmo
de lo sagrado."
FEUERBACH, prefacio a la segunda edición de La esencia del Cristianismo.






RESUMEN DEL DEBATE

Se inicia el debate con una intervención introductoria en la que se llama la atención sobre ciertas particularidades de la figura de Guy Debord como teórico. Especialmente se destacan dos aspectos que serán centrales en el desarrollo de nuestro debate. Por un lado, la resistencia de Debord a cualquier tipo de interpretación de su obra. Por otro, la enorme carga significativa que él le da al fundamental concepto de espectáculo. Es sabido que el francés durante mucho tiempo no aceptó cualquier otra aproximación a su obra que no fueran citas o perífrasis. Utilizando este recurso, el espectáculo podría definirse como “una Weltanschauung [cosmovisión o conjunto de opiniones y creencias que conforman el concepto general del mundo que posee una persona, una época o una cultura determinada] que se ha hecho efectiva, que se ha traducido en términos materiales” y que supone “una relación social entre las personas mediatizadas por las imágenes” que genera una relación social de clase. De esta forma, la vida aparece como “una inmensa acumulación de espectáculos” que “bajo todas sus formas particulares -información o propaganda, publicidad o consumo directo de diversiones-, constituye el modelo actual de vida socialmente dominante” en la producción y en el consumo.

Es sabido que Foro Identidad gusta de desafíos y este concepto lo es. Espectáculo hace referencia, decimos, a una realidad que se desarrolla ante nosotros, una representación mofa de la realidad. Su mantenimiento y auge implica que la mediatización de esta sociedad (mediante la propaganda, por ejemplo), que es real, no despierta en la masa ningún tipo de cuestionamiento del modo de vida. La vida se hace espectáculo y el espectáculo es la vida. Así, el concepto de espectáculo no estaría demasiado lejos del de circo. Un ejemplo preclaro de este fenómeno es el hecho de que el retroceso sufrido en los últimos decenios en nuestro país en el reparto de los bienes sociales no ha sido cuestionado, y en este primero de mayo pasado la demanda era la de mantener el poder adquisitivo y no la necesidad de mejorarlo.

Y es que, como también se advierte en el debate, para vivir el espectáculo hay que pagar hipotecas. Y desde esta posición se defiende la postura debordiana de resistirse a las interpretaciones, como defensa frente a la irrupción de una vida vivida en el espectáculo y el sofisma. Una vida como teatro.



Pero cuando alguien escribe y se somete a la crítica, ¿no está obligado a aceptar el que se le hagan interpretaciones? La resistencia a aceptar interpretaciones de su pensamiento podría verse también como un negarse a formar parte del espectáculo, de entrar en ese torrente de imágenes que lo constituye. Es una posibilidad, pero es que ni siquiera el reconocido carácter polémico del pensador y su marcada militancia política parecen explicar estas resistencias, ya que, si no son admisibles las interpretaciones, ¿qué fin tiene su pensamiento con respecto a los demás?, ¿para qué escribe?, ¿acaso se ubica por encima de todo?

Una lectura de Debord podría sugerir que éste no dice realmente nada nuevo, nada que no dijera Platón; sería entonces un pensador tributario de las doctrinas del griego. Pero siendo el léxico similar a veces, el dualismo platónico, la dicotomía entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, no aparece en Debord por ningún lado: para éste, el espectáculo forma parte integral de la realidad. Pero Foro Identidad no retrocede en su afán de poner cerco al concepto de espectáculo, ese animal escurridizo. Teniendo en cuenta que siempre ha existido el espectáculo, ¿podemos interpretarlo en estos tiempos como una forma de evasión moderna especialmente de aquellos que son más conscientes? El espectáculo se nos aparece como dañino para la sociedad porque propone algo que en la práctica es muchas veces irrealizable.

Pero, ¿es eso el espectáculo? No concuerda demasiado bien con la definición ofrecida al principio. Se hace patente a estas alturas la necesidad de clarificar y depurar el concepto debordiano de espectáculo y acotar la polisemia que parece poseer. Puede ser útil aquí analizar el origen o la función del espectáculo en nuestra sociedad. Por una parte, en la sociedad moderna el sistema exige del trabajador una colaboración suplementaria: ser consumidor, y para esto nada mejor para el sistema que hacerse cargo de su ocio. El espectáculo aquí ha de jugar un papel privilegiado. Por otro lado, en nuestro mundo actual, donde la mecanización y la alta productividad han atenuado el problema de la escasez de bienes de primera necesidad, el espectáculo viene a ejercer otra función: mantener la necesidad de trabajar que garantizaba la escasez de lo necesario, y esto mediante la generación de pseudo-necesidades. Desde esta perspectiva se entiende mejor la sentencia que Debord inscribe en el prólogo de La sociedad del espectáculo: “En todas partes se plantea las misma terrible pregunta, que desde hace dos siglos avergüenza al mundo entero: ¿cómo hacer trabajar a los pobres allí donde se ha desvanecido toda ilusión y ha desaparecido toda fuerza?”