martes, 22 de mayo de 2007

Ciclo Sociedad, espectáculo y simulacro. Baudrillard: sistema democrático y simulacro

ASOCIACIÓN FORO IDENTIDAD

PRÓXIMO FORO

Sábado, 26 de Mayo de 2007
11:30 horas

Ciclo Sociedad, espectáculo y simulacro. Baudrillard: sistema democrático y simulacro


Blas Infante 4, Salón de actos
Edificio Rafael Pérez de Vargas (antiguo Asilo).

"Se le imputa al capital la idea del contrato, pero a él le tiene sin cuidado pues es una empresa monstruosa, sin principios, un punto y nada más (...) el capital no ha estado nunca unido a un contrato a la sociedad que domina. Es una hechicería de la relación social, un desafío a la sociedad, y como a tal debe respondérsele. No es un escándalo que denunciar según la racionalidad moral o económica, es un desafío que hay que aceptar según la regla simbólica"

"Conjunción del sistema y de su alternativa más lejana llegando ambos a tocarse como los dos extremos de un espejo cóncavo. Curvatura viciosa de un espacio político en adelante imantado, circular y reversible de derecha a izquierda"

"Todo se metamorfosea en el término contrario para sobrevivirse en su forma expurgada. Todos los poderes, todas las instituciones, hablan de sí mismos por negación, para intentar, simulando la muerte, escapar a su agonía real. El poder quiere escenificar su propia muerte para recuperar algún brillo de existencia y legitimidad"
(Baudrillard)



BAUDRILLARD es, sin duda, quién ha llegado más lejos en esta reflexión,
ahondando en el corte existente entre el mundo y su representación en términos
de «simulacro», concepto que muchos —en particular en el mundo anglosajón,
incluyendo los «Cultural Studies»—, han malinterpretado como un subterfugio,
como una sustitución de lo real por el simulacro, confundiendo aquí simulación
con ilusión, reduciendo así el análisis de BAUDRILLARD a un planteamiento maniqueo
de tipo idealista. El error es probablemente el haber considerado como una
oposición binaria algo que remite a una instancia tercera, que subsume las dos
categorías canónicas de la representación —la realidad y la ficción— para establecer
un interregno del orden de lo virtual, de lo no categorizable en términos
estancos.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11910

En los años noventa se ha ido construyendo en Italia una nueva forma de autoritarismo, que ha encontrado en la figura de Berlusconi su símbolo y su punto de apoyo central. Tras la victoria electoral del 13 de mayo de 2001, este modelo ha coagulado en forma de un régimen que identificar simplemente con el fascismo sería confuso, pero que ha asimilado del fascismo algunas de sus señas características, lingüísticas y policíacas. Un régimen melifluo y paternalista, sustentado en el dominio del sistema mediático y en el continuo lavado de cerebro colectivo. Pero también violento, colérico y psicótico, capaz de tracas represivas absolutamente criminales, como se ha visto en las tres jornadas de Génova durante el G8, en julio de 2001. Cuando el régimen se da cuenta de no poder dominar cada fragmento de la mente colectiva, cada molécula del flujo imaginario que circula en la infoesfera, reacciona con una brutalidad histérica.

http://antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=960

La ilusión del fin es la implicación del fin. El fin de la política implica que veamos el fin de la política como ilusión. ¿O acaso no han estado igualadísimas las elecciones de gobierno en Italia? Esa diferencia, la ausente, es la prueba de si misma. Si hay un puente explicativo de por qué la mitad de los italianos se opone a la otra mitad, entonces no habría una diferencia de voluntades, sino de representaciones (representaciones de los políticos, del que es corrupto desde las mascaras del socialismo y del que es corrupto desde la mas absurda y vulgar obviedad). Pero todos los italianos saben (y también sabemos los que servimos de público en el circo) la realidad de la situación, y conocen tanto sus posibilidades (el mago que esconde sus cartas y el payaso que muestra las suyas) como sus limitaciones (la imposibilidad de un gobierno respetable y creíble). En los momentos de crisis, la política se fundamenta, y se agrupa hasta llegar a macrouniversos donde marxistas conviven con liberales, y fascisto-revolucionarios comparten techo con tradicionalistas religiosos.

RESUMEN DEL DEBATE

Comienza el debate con la intervención de uno de los contertulios el cual afirma el carácter ineludible que tiene el lenguaje de ser simulacro de la realidad. Es imposible para el lenguaje prescindir del simulacro de una manera absoluta, entendiendo por simulacro en un sentido lato, el que la mente y el lenguaje no reflejan la realidad totalmente, puesto que nuestro conocimiento de ella, la realidad, tampoco es absoluto. El lenguaje refleja nuestro conocimiento de la realidad mediante conceptos. Por ejemplo, cuando trato de definir o de explicar un árbol expreso mediante una red conceptual lo que conocemos del árbol. Pero estos conceptos, a su vez, dependen para su definición de otros conceptos. En definitiva, ¿conocemos todo sobre el árbol? Evidentemente no y dentro de un siglo, por ejemplo, nuestro conocimiento científico, o de cualquier otra clase, respecto de la biología y constitución total del árbol será inmensamente mayor. Por tanto el lenguaje no puede dejar de ser simulacro de la realidad, siempre, y no olvidemos que nos expresamos mediante el lenguaje en todo tipo de ciencias humanas y sociales así como en las relaciones entre las personas en el mundo de la vida.

Conectando con este discurso, otro interlocutor afirma que, en efecto, todo discurso, todo movimiento intelectual y filosófico, es superado con el tiempo. Llega un momento que satura a las personas que lo viven y crean un movimiento en gran parte contrario al anterior. Pone un ejemplo tomado de las campañas electorales: están desprestigiadas en gran parte actualmente por lo que tienen de circo y cada vez asisten menos personas a los actos o mítines.

Otro de los miembros del foro interviene en este momento para realizar una conexión de significado entre los condicionamientos respondiente (Pavlov) y operante (Skinner) por una parte y el concepto de simulacro por otra. El conocimiento está siempre mediado por intereses como estableció Habermas en su obra “Conocimiento e interés”. En este sentido el condicionamiento respondiente asocia un elemento a motivar con otro que es un estímulo natural de forma que la gente responda al estímulo que se pretende (artificial y, por tanto, simulacro) por condicionamiento. En este sentido se asocia la imagen de un candidato (juventud, etc.) con su partido y la ideología correspondiente, sin que, en realidad, tengan nada que ver. Es el triunfo del simulacro en política. En cuanto al condicionamiento respondiente estaría representado por: “si me votáis, realizaré estas cosas maravillosas para vosotros”. Es la promesa del premio si se realiza una operación: votar al candidato que la hace, del mismo modo que se da a la ratita que ha recorrido bien el laberinto el premio de comida al final del recorrido.

El interlocutor que intervino en el sentido de que todo movimiento teórico y social termina siendo superado por otro al saturar a las personas y grupos sociales, afirma ahora que el simulacro sería una representación artificiosa de la realidad, por tanto, habría tantas realidades como personas ya que cada una tiene su modo particular de representarse esta realidad y, por tanto, de fabricar su propio simulacro. A lo que se le replica que los simulacros como movimientos sociales y no los simulacros personales serían los que estarían movidos por intereses políticos y económicos de grandes proporciones.

Se tercia ahora, en el sentido de afirmar la posibilidad de que el simulacro esté siendo hoy superado tanto en los medios (sobre todo la televisión) como en las relaciones personales por un rechazo de los discursos formales y teóricos y una persecución de la inmediatez y del mostrar los hechos al desnudo y en toda su crudeza huyendo de la mediación de los signos y de las imágenes y buscando una referencia directa a la realidad o lo que hay.

Replica a esto otro debatiente afirmando que más bien nos encontramos en presencia de una acentuación o incremento del simulacro donde la ocupación del espacio social es aún mayor que antes y que el rechazo del discurso y de la teorización así como los intentos de inmediatez y autenticidad, sobre todo por parte de los jóvenes, puede ser simplemente un seguimiento inadvertido por parte de estos de las consignas del simulacro en contra del diálogo. En este sentido, este último, el diálogo, sería una de las opciones para una salida del simulacro. En lugar de esto, muchos de estos jóvenes lo que están es sometidos a la hegemonía de la imagen.

A lo cual replica el anterior que es posible que estemos aún en la Caverna de Platón, es decir, una realidad copia o simulacro que no es la auténtica realidad como en el famoso mito platónico pero que existen intentos de salir de esta falsa realidad o simulacro.

Un nuevo interlocutor afirma que la idea de realidad de Aristóteles, por ejemplo, es distinta de la de Platón ya que el primero dice que la forma o auténtica realidad está en el ser concreto y no en el Mundo de las Ideas.

Uno de los miembros que aún no ha intervenido llama la atención sobre las influencias ideológicas de Baudrillard. En realidad se trata de un nihilista nato, afirma. Cualquiera que repase su biografía lo ve y, por tanto, el núcleo de su filosofía y de sus propuestas van en este sentido disolvente de todo lo que hay; una muestra de ello sería su crítica extrema de Estados Unidos.

Uno de los debatientes realiza una reflexión sobre el mito y sus relaciones con la imaginación y el simulacro: El mito, no es sólo imaginación. El mito tiene varios niveles. Al nivel del entendimiento que de él pueda hacer un niño o un adulto que no posea las claves de interpretación es algo sin sentido, parte del simulacro o de la imaginación que simplemente busca la evasión de la realidad. Sin embargo, al poseer las claves del mito, se reconoce el sentido de la frase de Paul Ricoeur “El símbolo (constituyente principal de los mitos) da que pensar”. Es decir, remite a una profunda enseñanza antiquísima y que se repite en las tradiciones de todos los pueblos. Por ejemplo, el mito de Prometeo que arranca o “roba” el fuego a los dioses para darlo a los hombres no es otro que el mito de la infusión de la individualidad o espíritu en el hombre, en un momento de su evolución, es decir, cuando atravesaba una fase avanzada de su constitución como naturaleza animal. Naturalmente habría mucho que hablar sobre quién le da este fuego en realidad, por qué los dioses condenan este acto de “Prometeo”, etc.

Un nuevo interlocutor refuerza esta intervención sobre los mitos afirmando que el mito es una forma de conocimiento tan digna como las demás. La que más tiempo ha perdurado en la humanidad. La ciencia, por otra parte, es también un mito en sus pretensiones de reflejar la realidad tal como es fuera de nosotros, en el Universo incognoscible y misterioso en sí mismo, que cada día nos revela nuevos enigmas. Además la ciencia es el mito más peligroso de todos porque pretende erigirse en el único válido y acabar con los demás mitos. La ciencia, en cierto sentido, puede ser entendida como un mito totalitario, que excluye a todos los demás. Además, no tiene la capacidad del mito tradicional que en determinadas condiciones puede polarizar y dinamizar a un pueblo.