miércoles, 4 de abril de 2007

Eric Fromm: Tener o Ser. ¿Cuál es el valor esencial de nuestra sociedad en crisis?

PRÓXIMO FORO:

Sábado, 7 de Abril de 2007

11:30 horas





Eric Fromm: Tener o Ser.

¿Cuál es el valor esencial de nuestra sociedad en crisis?

ATENEO DE ALGECIRAS
Blas Infante 4,
Edificio Rafael Pérez de Vargas (antiguo Asilo).
Salón de actos

Después de debatir en las dos semanas anteriores sobre nuestra sociedad en crisis, nos preguntamos aún ¿Qué valor esencial mueve a la inmensa mayoría de personas en nuestros países modernos tecnológicamente y primitivos espiritualmente?

¿Es el dinero o la bondad de carácter? ¿La fama o la ayuda solidaria aunque no seas notable en una organización? ¿La ayuda a todos o el orgullo de nuestro ego?

En definitiva... ¿es el tener cosas materiales , el egoismo, el placer a costa de lo que sea o el ser íntegros, honrados, eficientes, cultos, solidarios, éticos...?

Biografía de Erich Fromm [1900-1980, VIDA Y OBRA DE UN PSICOLOGO SOCIAL HUMANISTA ATEO]
Erich Fromm, prolífico escritor, humanista y psicoanalista alemán, nació el 23 de marzo de 1900 en la ciudad de Francfort, llegando a ser el hijo único de una familia ortodoxa judía. Como tal fue educado en las enseñanzas de la Biblia y el Talmud, en primer lugar, por su tío abuelo materno Ludwig Krause y luego, entre los 16 y 21 años, por Nehemia Nóbel, rabino conservador pero ilustrado, quien le introdujo en las obras del literato Goethe. Entre los 12 y 14 años vivió en su casa Oswald Sussman, un empleado del negocio de vinos de su padre, quien le habló de las ideas socialistas.



En esta imaginaria fisonomía descubriríamos primeramente, como un aspecto innegable de nuestra época, el egoísmo posesivo y más específicamente el egoísmo consumista. Los pocos, que tienen demasiado, viven para consumir en el presente o para asegurar su consumo y el de su familia en el futuro. Los muchos, que tienen muy poco, sufren y se rebelan para alcanzar los niveles de consumo de la minoría. Por cierto, no les preocupa ser más valiosos como seres humanos, sino consumir más, lo cual puede ciertamente ser justo, pero de ninguna manera suficiente para llenar una vida. Por otra parte, los grandes problemas ecológicos actuales provienen del consumo exagerado e irracional. Por ello, Eric Fromm tiene razón cuando habla de sociedades y formas de vida basadas en "el tener", por oposición a "el ser". Nuestra sociedad se ha basado obviamente en el tener y la mayoría de los conflictos de nuestros días han nacido por alguna cuestión ligada al tener.



Sin hacer un estudio estricto sobre la naturaleza de la economía y de sus implicaciones con las estructuras sociales, podemos convenir en que, desde su origen y hasta su nacimiento como ciencia con Adam Smith, la economía tiene una profunda relación con la ética y con la pregunta socrática de ¿cómo hay que vivir? (4) Y la respuesta a esa pregunta está muy relacionada con otra ecuación que establece Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio de 1971, posiblemente inspirado en textos que van desde el aquinate hasta Erich Fromm, quienes analizaron las implicaciones y efectos entre el “ser” y el “tener".


RESUMEN

En el debate analizamos la obra Tener y Ser de Erich Fromm, un pensador que habiendo sido educado religiosamente en el judaísmo llegó al ateísmo y que sin embargo alcanzó o intentó alcanzar las esencias de las distintas religiones. Habiendo estudiado en la Escuela de Frankfurt, el psicoanalista germano estadounidense es considerado un pensador freudomarxista.

Hoy en día la esencia consiste en tener y si no se tiene no se es.

Fromm confronta el materialismo con el núcleo esencial del ser humano, el ser. La meta debería estar en ser mucho, no en tener mucho. Estas palabras provocan inevitablemente que los contertulios analicen críticamente nuestro sistema capitalista, tocando otros aspectos más benévolos del mismo como sería el socialismo utópico de Robert Owen.

Se plantea una pregunta: ¿qué valora la sociedad, el tener o el ser? «Ya no eres porque parece que no tienes», dice uno de los contertulios. La crítica a la auténtica individualidad del ser es feroz; en un mundo donde el peso del dinero es sobrevalorado, el precio de cada uno depende de lo que tiene o puede tener. Esto conduce cada vez más a una conclusión muy clara, la meta debería consistir en ser, no en tener.

El debate también da lugar a una pequeña disertación sobre los hippies. Uno de los contertulios piensa que fue un movimiento superficial, un movimiento fetichista que se basó más en la estética que en una forma de vida llena de esencias. Otros, sin embargo, defendieron la postura de que por lo menos para la España franquista ese movimiento fue un soplo de aire fresco, que entró por Los Pirineos, y que fue un halo de esperanza para muchos jóvenes.

Se habla de las virtudes de lo material, que lo material puede ser una plasmación de la esencia humana, por lo que uno de los presentes planteó la idea de punto medio de Aristóteles o el entre de Ricoeur: «no hay que despreciar el cuerpo: Ni matarlo de hambre ni viciarlo de caprichos».

Esa felicidad construida mediante las compras y el trato con el mercader es meramente compulsiva. Por otro lado, ese espíritu de abandono de lo material tiene mucho de monje. En un término medio, Marx, por ejemplo defendió cierto acceso del hombre a lo material y en un mundo sin explotación. El acceso moderado a lo material y el propio espíritu del hombre pueden dar grandes obras materiales, ya sean arquitectónicas o artísticas en el más vivo sentido de arte.

Uno de los contertulios discrepa sobre la supuesta crisis de valores debatida en tertulias anteriores y en esta misma. El debate da un vuelco, existe una antítesis. Se plantea que el tener hace feliz a mucha gente y que tal vez eso no sea tan malo. «Todo el mundo va de compras, todo el mundo quiere tener… no debe ser malo», dice, mientras que otros le replican que el hecho de que todo el mundo lo haga no le atribuye a este hecho un carácter positivo ni negativo sino que significa que o todos tienen razón o todos están cometiendo un error inconmensurable. Esto provoca la réplica del primero, anteponiendo una terminología que resultaba bastante original: «hedonismo práctico» contra «hedonismo espiritual». Con el hedonismo espiritual se pretende desmitificar la vida de los monjes, de los que buscan las esencias, el retiro… Si el objetivo es la felicidad, lo que ya constituye un placer en sí mismo… ¿no es la consecución de la felicidad un acto cuya meta persigue el hedonismo intrínseco en todo placer?

Pero partiendo de todo esto, ¿no es mejor ser feliz en el ser (una felicidad no material) que en el tener, al margen de que la felicidad pueda ser en sí misma hedonista por el hecho de que constituya placer el ser feliz?

Siguiendo con la felicidad, uno de los presentes expone que para su consecución cada ser debe perfeccionar su función más noble, como decía Aristóteles: «el caballo será feliz si cumple su función más noble». Tal vez sea esto lo que empuje a los hombres a conocerse a sí mismos, a conocer sus esencias: buscar su nobleza, la función cuyo perfeccionamiento pueda hacerles feliz.

«El amor es una abstracción, existe el acto de amar, pero el amor no se puede contener, no se puede tener», diría Fromm. «Sin embargo, puede poseerse al ser amado», añade uno de los contertulios. Pero, no obstante, arguye otro, si la verdadera esencia del hombre fuera amar como sostiene Fromm, estaríamos equivocados tan volcados como estamos en querer esclavizar, aunque no nos demos cuenta.

Llegados a este punto, uno de los contertulios nos alerta de que ninguno de los autores que hasta entonces se habían citado conocía la verdad, una verdad que fuera esclarecedora y afín a todos los hombres, una verdad que, en definitiva, fuera absoluta, es decir, que no tuviera ninguna fisura, algo que nadie pudiera rebatir. Esta postura escéptica viene a cuenta de la exposición de varias fórmulas de la felicidad antes nombradas, por lo que el contertulio finaliza: «cada cual cuenta lo que entiende como lo entiende».

Casi concluyendo el debate, se habla del cambio climático. Éste, provocado por el tener, por ese consumismo compulsivo, nos está llevando por un camino de autodestrucción. Por lo tanto, es el derroche parte de la causa, si es que no es la causa, de toda esta situación de cambio. Relacionado con este asunto, se habla de foros que achacan el cambio climático a un caso idéntico a la primavera medieval (es decir, defienden que es un cambio natural), lo que resulta lamentable, puesto que esos científicos están a sueldo de los intereses mercantilistas y monetarios de las multinacionales y de los gobiernos no interesados en que se hable de esta crisis climática.

Finalmente, y ya concluyendo, se pretende hacer una fisionomía del S. XX, puesto que somos herederos y sufridores de todas sus consecuencias. Esta fisionomía tiene su base en el tener y no en el ser: egoísmo, consumismo, placeres espúreos, vivir experiencias ajenas (prensa rosa, abuso de la televisión…), generación de deseo, guerra, etc. Y esta cara, ese gesto, es el que parece que perdurará en el s. XXI. ■