miércoles, 18 de abril de 2007

El Utilitarismo. ¿La conducta correcta es aquella que produce nuestro propio bienestar y felicidad?

PRÓXIMO FORO
Sábado, 21 de Abril de 2007
11:30 horas

ATENEO DE ALGECIRAS
Blas Infante 4, Edificio Rafael Pérez de Vargas (antiguo Asilo).
Salón de actos


El utilitarismo

¿La conducta correcta es aquella que promueve nuestro propio bienestar y felicidad?


David Hume
Obras representativas: Tratado de la naturaleza humana (Londres, 1740), Investigación sobre los principios de la moral (Londres, 1751), Investigación sobre el entendimiento humano (Londres, 1777)








Jeremy Bentham
Obras representativas: Fragmento sobre el gobierno (Londres, 1776), Introducción a los principios de la moral y la legislación (Londres, 1789), Deontología (Londres, 1834)








James Mill
Obras representativas: Historia de la India (Londres, 1817), Elementos de economía política (Londres, 1821), Análisis de los fenómenos de la mente humana (Londres, 1829)










John Stuart Mill
Obras representativas: Sistema de lógica (Londres, 1843), Sobre la libertad (Londres, 1859), Utilitarismo (Londres, 1863)








TEXTOS PROPUESTOS




El utilitarismo, propone la suma de todas las utilidades individuales y finalmente la ordenación de tales sumas en orden ascendente de preferencias. La crítica que hace Sen, ante esto es que la información que utiliza y la manera de utilizarla en el momento de precisar las consecuencias, excluye ideas esenciales para la noción de justicia en un estado social.




La expresión clásica de este sistema se encuentra en Utilitarismo de John Stuart Mill, quién se empeña en cultivar la idea del utilitarismo en un plano mas alto que el del egoísmo abierto en que lo apoya Bentham. Como fundamento de esta estructura Mill sostiene que cada hombre actúa necesariamente con el fin de obtener su propia felicidad; pero encontrando que este fundamento lógico es insuficiente en proveer la base para un adecuado criterio de conducta, e impulsado por sus propias y grandes compasiones, que rápidamente se esfuerza en reemplazar "la felicidad de todos los interesados" por "la felicidad propia del agente".




El utilitarismo es un marco teórico para la moralidad, basado en una maximización cuantitativa de consecuencias buenas para una población. La moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su utilidad para la humanidad. Utilidad es una palabra que significa las consecuencias positivas que deben estar maximizadas. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo número de personas".




RESUMEN

El utilitarismo no tiene su origen en la Edad Moderna, hemos de profundizar en sus raíces y llegar hasta lo más hondo, donde existe su sabia más antigua. Es así cómo nos encontramos con el hedonismo antiguo, aquel que se dividía entre Epicúreos y Cirenaicos. Los primeros eran llamados Hedonistas racionales pues contemplaban el placer en un equilibrio, aceptando, además, sólo los placeres naturales y necesarios y nunca aquellos que, aparte de no ser necesarios para la vida, exigen ser perseguidos activamente. Todo esto tiene mucho de sacrificio, pues la mesura sin caer en el vicio es una tarea muy complicada, y más para el hombre, un ser tan proclive a las adicciones. Sin embargo, los segundos, los cirenaicos, son llamados Hedonistas egoístas por el hecho de que “no importa el otro mientras se sacie el placer de uno mismo”. Por lo tanto, las escuelas creadas por Epicuro y Aristipo podrían ser los precursores del utilitarismo.

El utilitarismo es en sí mismo una filosofía pragmática donde lo útil es lo más importante y cuya moral puede sintetizarse en la siguiente frase: “la felicidad para el mayor número de personas”. De todo esto puede entreverse cómo ésta es una doctrina que ha hecho grandes aportes tanto al liberalismo económico, base filosófica del capitalismo, como a la propia democracia.

Según esta filosofía, la felicidad de las mayorías prevalece sobre las minorías. Es curioso cómo se hace hincapié en la felicidad y cómo diversos autores han defendido y establecido diferentes cánones o rangos de felicidad según la intensidad del placer, o por la utilidad, etc.

Después de esta introducción se habla de diversos temas relacionados con lo anterior; como de las contribuciones del utilitarismo en el plano de la justicia o en el plano científico, de cómo el suponer el medio como un fin puede ser desencadenante del absurdo o que todos los –ismos llevados a cabo siempre te llevan a posturas radicales. Pero lo realmente interesante se plantea con el siguiente tono: «Útil… ¿sinónimo de necesario? El hombre no puede renunciar a lo útil». No renunciar a lo útil es en este caso sinónimo de no renunciar a la materia y al tener, de ser prácticos y de conseguir que la vida sea más sencilla. El hombre, en definitiva, no puede renunciar al pragmatismo, porque, por ejemplo, siempre será mejor el camino recto que dar un rodeo: siempre se elegirá lo más fácil y cómodo. ¿Estamos entonces destinados a ser prácticos, es decir, podemos ser prácticos sin ser pragmáticos? Porque si basamos la vida en lo útil podemos desdeñar igualmente cosas no fructíferas, es decir, cosas que no producen beneficio, que no generan una plusvalía y que pueden ser muy importantes, más que ello, esenciales.

Kant llamaba a las doctrinas que buscaban la felicidad éticas materiales. Según este autor deberíamos centrarnos en el deber en lugar de en la felicidad como persecución de un objetivo, actuar por mor del deber sin dejarnos vencer por ninguna inclinación de las que afectan al cuerpo: comodidad, placeres, miedos, lujo, beneficios, etc. Lo cual expresaba Kant con la siguiente máxima (en una de sus tres formulaciones): “Actúa de tal manera que la norma de tu actuación pudiera convertirse en norma universal válida”. Por lo que el deber no es la felicidad sino que el deber es un deber en sí mismo. Esta idea de Kant choca drásticamente con las doctrinas hedonistas o el utilitarismo, tan tajantes en que la persecución de la felicidad y el rechazo a todo dolor y sacrificio son el fin.

Durante el debate se habla de que el bien justifica los medios, de maniqueísmo (puesto que el pragmatismo como moral puede no distinguir el bien del mal: lo que importa es el resultado), de que si todos fuéramos eruditos existiría una hipertrofia de los eruditos (lo cual no sería práctico: ¿se justificaría así cierto analfabetismo o incultura?).

Continuando el debate en la línea de que la felicidad de muchos frente a los menos es lo más importante, se plantea una pregunta muy seria: ¿qué es la felicidad?, la cual no encuentra respuesta y sí muchos titubeos. Posteriormente, uno de los contertulios interviene de forma tajante: LA FELICIDAD DE MUCHOS PUEDE SER LA RUINA DE TODOS. Un ejemplo: una situación ecológica como la actual en el mundo desarrollado (configurada en un contexto de cambio climático, que a su vez es provocado por el consumo desproporcionado y por una sociedad que basa su felicidad en el tener) llevada a un alcance mundial podría suponer un desastre sin precedentes, nuestra autodestrucción. ¿Y dónde está la solución? ¿En basar la felicidad en la idea epicúrea de la mesura o en la idea cirenaica del egoísmo, con lo que se justificaría por sí mismo tanto hambre y tanta guerra consentida y mantenida a conciencia y por intereses de los pocos que gobiernan a muchos? ¿Qué es lo más práctico?

¿Es útil satisfacer la felicidad de los muchos? Esa felicidad puede ser inducida por ciertos pocos mediante numerosas estrategias de persuasión y seducción, como la publicidad, de modo que la felicidad de los muchos se construiría según el criterio de estos pocos. «Si se piensa que a través de la supuesta felicidad de los muchos se va a conseguir la felicidad estamos en una tremenda equivocación».

Para terminar y siguiendo un poco la línea de lo que fueron los debates anteriores dedicados a Eric Fromm, se reitera que lo útil puede ser bueno para el ser: tener más conocimientos, etc. «Ser feliz sería, en consecuencia –dice uno de los contertulios-, ser conscientes, tener pretensiones equilibradas. En el epicureísmo se habla de felicidades naturales (alimentación sana y moderada, la amistad, la charla, el conocimiento…), las cuales pueden constituir una felicidad plena y que hoy en día, tal y como se mueve el mundo, podría ser la moral y la forma de actuar más práctica».■