Foro celebrado el día 8 de septiembre de 2005.
Compilador: Manuel Gómez de Barreda Pantojo.
Se empieza hablando de Martin Buber, Sartre, Heidegger, Gadamer, Ricoeur, Derrida. La cuestión de la inmigración es la cuestión de la alteridad; es la cuestión de cómo aceptamos al otro extraño, diferente, que vemos en ocasiones como amenaza y que, sin embargo es “otro-como-yo” con sus sentimientos, pensamientos, proyectos, esperanzas, frustraciones y deseos de una vida mejor.
Es necesario dar a la cuestión de la inmigración, aparte de sus dimensiones políticas, sociológicas, económicas, religiosas, etc. Esta dimensión filosófica desde una hermenéutica que empezó hace más de un siglo y que tan enorme importancia ha tenido en ciencias como las del lenguaje la sociología o la ética filosófica.
“La mirada del otro te cosifica.”, diría Sartre, poniendo un acento negativo en el efecto de la atención subjetiva del otro sobre la conciencia de mí mismo y sobre mi propia identidad, en suma. Pero también ha sido dicho “El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo ves, sino que es ojo porque te ve. Con esto volvemos a tomar conciencia del otro como otro-como-yo. Un sujeto al que hay que considerar como a sí mismo (Esta es la tesis de Ricoeur en “Sí mismo como otro” la última gran obra de su producción filosófica).
Procuremos por tanto, alzarnos sobre toda la palabrería de no-apertura egoísta hacia los inmigrantes (siempre que vengan sinceramente a trabajar a nuestro país y tengan cabida en él). Procuremos una apertura generosa al otro, que es posible que se trate de un fenómeno, aparte de imparable, que a la larga produzca los beneficios de la integración de una mayor riqueza cultural, siempre que lo manejemos con sabiduría prudente y con buena Política (escrita con mayúsculas) no con politiquilla del tres al cuarto como se suele hacer, dirigida al egoísmo de los electores tanto de signo inmigrante (aceptando más de los que pueden estar) como de signo xenófobo (dirigida a los egoístas votantes de extrema derecha).
Uno no puede ir siempre con el palo en la mano, aunque sólo sea por todo el odio que vas a generar y que te van a devolver. Por tanto es de buen sentido intentar ser tolerante y comprensivo con los malentendidos y los problemas que causan el roce entre culturas o la inmigración.
Sin embargo, no se puede concluir necesariamente que cuando te portas bien con alguien, te lo va a devolver bien. Puede ser lo contrario.
El relativismo cultural implica que todas las culturas son iguales, y esto llevado a un extremo puede hacer poner al mismo nivel por ejemplo el pensamiento de Aristóteles con el del chamán de una tribu africana. Lo cual parece una aberración, porque Aristóteles es una cumbre del pensamiento y está respaldado por una labor intelectual sólida, mientras que el sistema de pensamiento del chamán pertenece a otro rango.
Pero frente a esto, también se puede decir que a pesar de la reconocida integridad y fundamentación del pensamiento de Aristóteles, este por ejemplo defendía la esclavitud. A su vez, ¿por qué despreciar los valores y pensamientos de culturas no desarrolladas científicamente?, muchas de ellas tienen valores mejores que los nuestros; hay culturas pacíficas o que priman la solidaridad y el aspecto comunitario mucho más que nuestra cultura Occidental. Cada cultura puede tener cosas buenas para las personas, por encima de los valores occidentales en muchos aspectos, no en otros.
Compilador: Manuel Gómez de Barreda Pantojo.
Se empieza hablando de Martin Buber, Sartre, Heidegger, Gadamer, Ricoeur, Derrida. La cuestión de la inmigración es la cuestión de la alteridad; es la cuestión de cómo aceptamos al otro extraño, diferente, que vemos en ocasiones como amenaza y que, sin embargo es “otro-como-yo” con sus sentimientos, pensamientos, proyectos, esperanzas, frustraciones y deseos de una vida mejor.
Es necesario dar a la cuestión de la inmigración, aparte de sus dimensiones políticas, sociológicas, económicas, religiosas, etc. Esta dimensión filosófica desde una hermenéutica que empezó hace más de un siglo y que tan enorme importancia ha tenido en ciencias como las del lenguaje la sociología o la ética filosófica.
“La mirada del otro te cosifica.”, diría Sartre, poniendo un acento negativo en el efecto de la atención subjetiva del otro sobre la conciencia de mí mismo y sobre mi propia identidad, en suma. Pero también ha sido dicho “El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo ves, sino que es ojo porque te ve. Con esto volvemos a tomar conciencia del otro como otro-como-yo. Un sujeto al que hay que considerar como a sí mismo (Esta es la tesis de Ricoeur en “Sí mismo como otro” la última gran obra de su producción filosófica).
Procuremos por tanto, alzarnos sobre toda la palabrería de no-apertura egoísta hacia los inmigrantes (siempre que vengan sinceramente a trabajar a nuestro país y tengan cabida en él). Procuremos una apertura generosa al otro, que es posible que se trate de un fenómeno, aparte de imparable, que a la larga produzca los beneficios de la integración de una mayor riqueza cultural, siempre que lo manejemos con sabiduría prudente y con buena Política (escrita con mayúsculas) no con politiquilla del tres al cuarto como se suele hacer, dirigida al egoísmo de los electores tanto de signo inmigrante (aceptando más de los que pueden estar) como de signo xenófobo (dirigida a los egoístas votantes de extrema derecha).
Uno no puede ir siempre con el palo en la mano, aunque sólo sea por todo el odio que vas a generar y que te van a devolver. Por tanto es de buen sentido intentar ser tolerante y comprensivo con los malentendidos y los problemas que causan el roce entre culturas o la inmigración.
Sin embargo, no se puede concluir necesariamente que cuando te portas bien con alguien, te lo va a devolver bien. Puede ser lo contrario.
El relativismo cultural implica que todas las culturas son iguales, y esto llevado a un extremo puede hacer poner al mismo nivel por ejemplo el pensamiento de Aristóteles con el del chamán de una tribu africana. Lo cual parece una aberración, porque Aristóteles es una cumbre del pensamiento y está respaldado por una labor intelectual sólida, mientras que el sistema de pensamiento del chamán pertenece a otro rango.
Pero frente a esto, también se puede decir que a pesar de la reconocida integridad y fundamentación del pensamiento de Aristóteles, este por ejemplo defendía la esclavitud. A su vez, ¿por qué despreciar los valores y pensamientos de culturas no desarrolladas científicamente?, muchas de ellas tienen valores mejores que los nuestros; hay culturas pacíficas o que priman la solidaridad y el aspecto comunitario mucho más que nuestra cultura Occidental. Cada cultura puede tener cosas buenas para las personas, por encima de los valores occidentales en muchos aspectos, no en otros.
A la hora de comparar culturas tendemos a coger exclusivamente los casos malos o negativos de otras culturas, pero no nos fijamos o desechamos los ejemplos buenos que también tienen; mientras que al fijarnos en nuestra cultura la definimos exclusivamente por las cosas buenas que tenemos, no por la infinidad de horrores que generamos. Así que parece que todo lo bueno es nuestro, y lo malo de ellos. Es un método injusto de comparación.
Hoy día en muchos países, a las minorías étnicas se les conceden derechos bajo conceptos que no son los habituales en la legalidad occidental, por ejemplo el derecho de ciertos grupos étnicos (definidos racial o culturalmente) a poseer territorios comunitariamente. El caso de las tribus indias en América con la concesión de reservas. Pero luego se crítica cuando otros grupos mayoritarios plantean lo mismo. Si los indios tienen derecho a defender su cultura y evitar que se pierda, los alemanes por ejemplo también, y tomar medidas, como hacer obligatorio el aprendizaje del idioma a extranjeros, desechar costumbres que chocan en occidente como el uso el velo etc. o la opción más drástica que se baraja como una defensa de la cultura propia: cerrar las fronteras a la inmigración.
¿De donde es uno? ¿de donde se nace? ¿del país de los padres?... El concepto alemán de nacionalidad ni siquiera concede que por nacer en Alemania se es alemán si se es hijo de inmigrantes de otros países. La emigración turca sólo podía permanecer como máximo 30 años en Alemania y luego tenía que volver a Turquía sin derecho a nacionalizarse.
El concepto de nacionalidad por pertenecer a una cultura puede llevar al absurdo de que inmigrantes nacidos en un país y que vivan toda la vida en él no se les considere de ese país.
El modelo francés es el de contrato social, el de ciudadanía, por el cual el ciudadano tiene que cumplir con las normas y leyes de una sociedad para pertenecer a ella. Frente al modelo alemán de nacionalidad que es cultural o racial.
Hay dos polos extremos a la hora de ver las culturas, etnocentrismo y relativismo, y los dos son malos. La primera forma, el etnocentrismo, nos lleva a concebir siempre nuestros puntos de vista y nuestra cultura como superiores, e implica menosprecio de las otras culturas. Pero la constatación de que esto es injusto tampoco ha de llevarnos a lo contrario, al relativismo absoluto, en el cual todos las costumbres y puntos de vista de cada cultura son igual de válidos, aunque impliquen daño para las personas, discriminación de género, o practicas dañinas como la ablación...
La no integración de los inmigrantes puede ser un problema de clases. Los inmigrantes suelen convertirse en la clase más depauperada. La subida del nivel de vida en estas clases, puede atenuar mucho la marginación y la falta de integración. Por tanto el antídoto contra la marginación de los inmigrantes es intentar darles los recursos y trabajo para vivir decentemente.
Otra opinión es que los inmigrantes perjudican a parte de la población autóctona en hacen subir la demanda de vivienda, dificultando la disponibilidad de trabajo, reduciendo los salarios etc.
Una crítica a la multiculturalidad consiste en que en una sociedad multicultural se integran sólo las cosas sencillas de otras culturas, como formas de vestir, la comida, etc... pero no las complicadas e importantes que son las que de verdad definen y hacen a una sociedad. El peligro de la multiculturalidad es que podemos llegar a tener una cultura basura, porque se pierden los valores sólidos de la propia, a cambio de un montón de retazos traídos de otras culturas. Para que se entienda, se puede decir que “Cambiamos el cocido por las hamburguesas”.
El concepto de una cultura sólida, tradicional, pura, que es la cultura nacional original parece un concepto dudoso...frente a una cultura mestiza donde se aportan gran cantidad de elementos inconexos y secundarios, y al parecer de menor calidad.
La norma en la que todos estamos de acuerdo es que en nuestro país hay unas leyes y los inmigrantes que no las cumplen no tienen derecho a seguir aquí.
Pero precisamente por eso la mayoría de los inmigrantes tiene derecho a quedarse, porque la mayoría cumple las leyes: sólo unos miles entre millones son los que cometen delitos.
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