miércoles, 3 de enero de 2007

Control del poder y autogobierno

Foro celebrado del 02 al 09/SEPTIEMBRE /2004
COMPILACIÓN Manuel Gómez de Barreda - Juan Dianes Rubio.
NOTA: Las intervenciones, actitudes y opiniones de los participantes se encuentran entremezcladas por respeto a la privacidad de los mismos, fuera de la sesión de debate.

Manuel Gómez de Barreda:

- En la actualidad la ciencia ha asumido el poder de la teología y la religión antiguas; por tanto, la ciencia hoy es la mayor fuente de error.

- El miedo es lo que hace funcionar a las personas y a la humanidad.

- Hay una idea extendida entre los ciudadanos comunes, consistente en que con la democracia hay mucha gente que ahora hace en las calles su santa voluntad, como delincuentes, gamberros, especuladores etc... y que hay un abuso de la libertad.

- El poder surge en el seno de la sociedad. El poder siempre tendría que emerger de alguna manera cuando hay una situación de convivencia humana. Por eso los débiles deben organizarse y formar su poder, porque si no el poder que se instauraría de manera inevitable, por otra parte, sería tiránico. Aunque hay alguien de la opinión, también, de que el primero que se convierte en tiranía es el pueblo, si le dejan.

- Uno de los fenómenos más interesantes del poder es que quien lo posee pierde el sentido de realidad y de autocrítica. Este, el poder, nunca reconoce sus manipulaciones, sus crímenes, sus actos de tiranía...por tanto negará y negará, y nunca podrá ver la realidad que haya creado. Tiene una incapacidad intrínseca para no achacarse errores, para ver sus actos, para ver su abuso de poder sobre los otros. Sólo desde fuera se puede ver.

- Otra opinión es que el poder no es intrínsecamente malo, sino que se también se puede orientar en nuestro beneficio común.

- Una cuestión para analizar es ver cómo se ha introducido en la misma democracia y en sus instituciones, en la misma estructura del estado, todo el sistema de represión e intereses del poder, contra los mismos ciudadanos: por ejemplo, la hipertrofia de la burocracia, las barreras a los ciudadanos, el control policial, el sistema representativo como tope de acceso de los ciudadanos al poder etc.

- Lo límites de la democracia, o los límites del sufragio: dale a cada ciudadano una parte de poder tan pequeño, un voto entre millones, con una influencia tan minimamente infinitesimal, que realmente nadie puede decidir, únicamente los que tienen los medios de opinión de masas. El sufragio universal es una trampa, responde al principio de divide y vencerás: divide al pueblo, a cada cual con su voto insignificante, para que se crea que participa, y deja a los partidos y a quienes los controlan que manejen a las masas.

- La democracia actual es un espejismo, un ilusionismo político, donde la gente piensa que puede influir o decidir. Pero en realidad tu voto lo das para una puesta en escena parlamentaria, cuando las decisiones ya están tomadas.

- La democracia real llegará cuando el ciudadano decida, y no sólo vote. ¡La verdadera democracia es la de los que no sólo votan, sino que también opinan, se oponen, protestan y participan de otras maneras en la vida ciudadana. Sólo el voto no hace la democracia.

Juan Dianes Rubio:
Frecuentemente, y ha ocurrido cerca de nosotros, cuando un político que lleva tiempo en el poder y pierde las elecciones piensa: ¡qué desagradecido ha sido este pueblo conmigo! ¡No ha sabido apreciar lo que he hecho por él! y otras cosas por el estilo, pero no piensa ¿En qué les he fallado? y ¿cómo he cumplido mal mi labor de servicio?
Esto nos lleva a preguntarnos sobre la debilidad de la naturaleza humana y sobre la pronta vanidad que nos ataca y nos inunda haciéndonos creer insustituibles y ser el ombligo del mundo y no meras personas al servicio de los demás, perfectamente sustituibles por otras que lo pueden hacer frecuentemente mejor que nosotros.
Por todo ello, el problema que se nos plantea es el del control del poder para lograr entre todos un equilibrio de poderes que neutralice, al menos en parte, estos errores y males de la naturaleza humana.
Pero este no es, ni más ni menos, que el viejo problema de la participación del pueblo en el poder a fin de realizar el ideal del autogobierno.
Pero ¿es posible preguntarse por una hipotética naturaleza humana? ¿Es posible calificarla de mala o de buena?
Se trata de problemas metafísicos, teológicos y éticos de gran profundidad en los cuales nos perderíamos, no siendo el objeto del presente debate.
Por otro lado, es posible que el conjunto de la cultura, frecuentemente pervertida también por los poderes económico-políticos (lo que Habermas denominaba el Sistema frente al Mundo de la vida) influya en esta corrupción del sujeto humano.
Por tanto, no debemos descartar esta dialéctica naturaleza-cultura, genética-educación o como quiera que se le quiera llamar. Es decir será necesario encontrar un equilibrio en las influencias que ejercen sobre la persona sin descartar que en un sujeto dado particular pese más la herencia y en otro la cultura que lo ha conformado, o influyan al cincuenta por ciento en otros casos. Otra manera de llamar a estas influencias sería herencia biológica frente a la labor de las instituciones de todo tipo que en el medio cultural que nos rodea influyen en el hombre.
El área, no obstante, en la que puede influir modestamente un foro como el que representamos es, naturalmente, el de las instituciones, tratando de mejorarlas mediante la crítica constructiva. La educación del ciudadano a todos los niveles haría que su participación en la democracia fuese más activa y el control del poder más efectivo.
No obstante, los obstáculos más fuertes con los que se encuentra la consecución, siquiera sea mínima del autogobierno, en el seno de la democracia sería, según algunos autores expertos en la materia, la superación de la pobreza de las poblaciones, la educación, a la cual ya hemos aludido, la implantación mediante mecanismos legales y técnicos de la democracia directa y el control del dinero-poder a todos los niveles para que no corrompan la consecución de este objetivo del control del poder por parte del ciudadano.
Por otro lado, la imposición a todos los niveles de la convivencia por parte de los poderes, el dominar la situación que frecuentemente todos intentan evitando el diálogo y el consenso, el "palo y la zanahoria" practicados frecuentemente en las más variadas instituciones y la guerra preventiva son fuertes resistencias que hoy existen y que, incluso se están incrementando, frenando el crecimiento a nivel mundial de la auténtica democracia.
No obstante, la naturaleza humana es tremendamente plástica. El problema ha sido siempre cómo pasara del ser al deber ser que marcarían la ética y la auténtica política emanada de las fuentes del derecho.
El hombre es un constante ensayo. Educar es hacer ver las posibilidades, no imponer. Es mostrar la dirección correcta razonadamente, no marcarla mediante ningún tipo de coacción. Es sacar fuera lo mejor del individuo en su convivencia con los demás.
Pero, ¿no deberemos acercarnos al ser antes que al deber ser? ¿No deberemos descubrir el ser que somos en profundidad lejos de nuestras identificaciones egoístas, de nuestras pequeñas banderías que nos separan de la solidaridad a nivel más amplio?
Ese cambio de consciencia en el ser profundo me lleva a mejorar mis relaciones, a ver en el otro otro ser digno y noble como el que descubro en mí, a respetar, a ser solidario.
No obstante es preciso ser consciente de la dialéctica que existe entre individuo y estructura social, política, etc., entre libertad y determinación de todo tipo, entre autonomía y heteronomía y buscar, a pesar de todo, un máximo de libertad y solidaridad en medio de todas nuestras limitaciones como seres biológicos y como seres sociales.

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