viernes, 5 de enero de 2007

Alianza o choque de civilizaciones II

Foro celebrado el 25 de agosto de 2005.

Compilador: Manuel Gómez de Barreda.

La condición fundamental de Kant para organizar la paz mundial es que es imprescindible crear una unidad política común, mediante el establecimiento de una federación de repúblicas.

La propuesta de una alianza de Civilizaciones unos la ven como una idea que no tiene contenido, que pretende sólo encumbrar a nuestro presidente. Para otros es una idea válida sobre la cual empezar a trabajar, y menospreciarla desde el principio sólo conduce a cerrar sin motivos puertas al diálogo y a las soluciones.

Imponer las cosas por la fuerza, en situaciones que necesitan unidad, puede llevar a mayores tensiones. El poder debe estar basado en la autoridad moral. Siglo XXI o es espiritual (y hacemos predominar la ética y el diálogo en vez de fuerza) o no será.

En los aspectos culturales es difícil llegar a consensos políticos, porque es más un proceso espontáneo.

Para conseguir una alianza cultural o política hay que encontrar el sujeto apropiado. La UNESCO ha sido siempre el organismo mundial que ha promovido la multiculturalidad, pero la UNESCO no tiene poder ejecutivo. Respecto a la ONU, esta es un conglomerado de distintos países con leyes distintas dentro de sus fronteras, que no tienen capacidad de hacer valer nada a sus miembros principales.

En acuerdos a nivel mundial , para asuntos políticos y culturales, puede haber paralelismos con la ecología. Las formas de explotación que se llevan a cabo en distintos lugares del mundo son parte de cada cultura, y para conseguir a nivel global una eficiente protección del medio ambiente hay que poner de acuerdo a muchos países para unificar criterios. Se empezó con un movimiento ecologista y científico de protección del medio ambiente. Luego organismos como la UNESCO o la FAO se encargaron de ir creando consenso a nivel oficial, y finalmente ha habido grandes intentos de acuerdos a nivel mundial en las grandes cumbres de Río o de Kioto, donde se han alcanzado acuerdos a nivel internacional, aunque no se ha conseguido un acuerdo general por culpa de algunas potencias como Estados Unidos. De todas formas, se está en camino de conseguir algo.

Sin embargo, la UNESCO no tendría la capacidad para establecer esta propuesta de alianza de civilizaciones; en efecto, ya nos preguntábamos recientemente qué era una civilización, ya que los eruditos no se ponen de acuerdo sobre cuántas hay ni los países que comprende cada una, ni los factores a tener en cuenta para clasificarlas, etc.

Además se ha puesto en duda en este foro quién es el sujeto jurídico adecuado para establecer estas alianzas. En efecto, no parece que un sujeto adecuado pueda ser otro que los diferentes estados constituidos como tales. Sólo estos tienen capacidad para dar su firma a tal alianza y son sujetos de responsabilidad para exigirles su no cumplimiento. En este sentido hemos de reflexionar nuevamente sobre la propuesta de federalismo de estados a nivel mundial de Kant.

Kant en su famoso opúsculo “Sobre la paz perpetua” establece las condiciones universales a priori para el establecimiento de una alianza de repúblicas o federación mundial de estados.

Estas condiciones serían en primer lugar Establecer el imperio de la ley como garante principal; por otra parte mediante ella, salir del estado de naturaleza entre países (guerra de todos contra todos, desconfianza mutua en el sentido de Hobbes) mediante esta federación de repúblicas.

Como principios para dicha federación establece:

1.- La buena fe de los que establecen la alianza constatada continuamente mediante un desarme mutuo y progresivo;
2.- El federalismo de repúblicas que vayan formando poco a poco una República mundial de estados federados;
3.- Derecho cosmopolítico o de hospitalidad, libre circulación, comercio, etc.

Pero Kant no tuvo en cuenta cuestiones en cierta manera de índole irracional como las religiones. Por otro lado, parece lógico que en esta república mundial con estas condiciones, los violentos, ya sean fanáticos religiosos o de cualquier otra índole lo tendrían más difícil para obtener armas, refugio, financiación, etc.

Se pone en cuestión que todo esto son teorías. Pero la teoría es una prospectiva, en el fondo una práctica. No hay mejor práctica que una teoría.

Para llegar a unos acuerdos que unan a los países y culturas hay que confiar más en la economía y solidaridad; más que en el derecho y la política. Las relaciones comerciales y económicas unen a los pueblos por el provecho mutuo, y la solidaridad estrecha lazos afectivos. Por el contrario el derecho y la política imponen lazos artificiales.

En la resolución de conflictos una de las reglas básicas es el no discutir sobre principios fundamentales en un primer momento, sino sobre intereses comunes.

Todo el debate sobre el diálogo entre culturas cobra actualidad hoy día por el auge del terrorismo islámico. Una opinión es que la pobreza no explica el terrorismo. Se explica mejor como una Jihad que busca la imposición de los preceptos islámicos. Esta sería una de las causas principales de guerras como la de Chechenia, Bosnia etc., ya que los musulmanes cuando son mayoría o se acercan a la mayoría tratan de imponer a los demás sus preceptos. A su vez la inmigración musulmana será un gran problema para Europa, cuando tengan un mínimo de poder para imponer algo. Por eso el diálogo o el intentar llegar a acuerdos con el Islam es una forma de entreguismo en el que pueden caer nuestros políticos.

En el Islam está arraigada la idea de conseguir recuperar sus dominios, y por eso, según una opinión, no se puede negociar con ellos. Gandhi decía que sus logros, a pesar de todo, fueron posibles por el talante en cierta manera más tolerante de los ingleses, y que con Hitler eso no hubiera sido posible. Esto puede ilustrar el hecho de que si se es demasiado tolerante se puede perder la partida contra los islámicos.

Tampoco todo el mundo está de acuerdo con la idea de que las guerras de Bosnia o Chechenia están provocadas por una Jihad, sino por agresiones étnicas y nacionalistas, o por sentimientos de injusticia entre la población musulmana.

Pero “psicologizar” los conflictos, como una serie de agravios y sentimientos personales, puede ser erróneo, porque en realidad existen muchas más causas, tanto ideológicas, como religiosas, políticas, económicas etc.; el ser humano es algo tremendamente complejo.

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