Foro celebrado el 28/VII/2003.
Ponente: Carlos Prieto Bravo.
INTERROGANTES:
1.- ¿Existe la democracia o se trata de una forma sutil de manipulación de los individuos mediante la información y el consumo?
2.- ¿Existe el individuo o somos simplemente una máquina movida por los deseos y motivaciones que a nivel social y político inyectan en nosotros?
3.- Si existe la democracia... ¿en qué consiste?
4.- Si consiste en el "gobierno del pueblo" que es su definición aceptada generalmente...
5.- ¿A qué se considera gobierno? ¿qué grupos e individuos están contenidos en el concepto "pueblo"?
6.- ¿Qué tipo de participación en ese gobierno deberían tener? ¿qué condiciones se supone que conducen a la participación?
7.- ¿Qué incentivos democráticos a la participación serían igualitarios?
8.- ¿Cómo debe ser de amplio o reducido el ámbito de gobierno?
9.-¿Cuál es el ámbito apropiado para la actividad democrática?
10.- ¿Qué incluye lo "político"? ¿incluye a) el orden público?; b) las relaciones entre Estados?; c) ¿la economía?; d) ¿la esfera doméstica o privada?
11.- ¿Deben ser obedecidos los gobernantes del pueblo? ¿qué lugar ocupa la obligación y cuál la disidencia? ¿Qué mecanismos hay que crear para aquellos que son declarada y activamente no participantes?
12.- ¿En qué circunstancias (si es que en alguna) tienen las democracias derecho a recurrir a la coerción en contra de parte del pueblo o de aquellos fuera de la esfera del gobierno legítimo?
2.- ¿Existe el individuo o somos simplemente una máquina movida por los deseos y motivaciones que a nivel social y político inyectan en nosotros?
3.- Si existe la democracia... ¿en qué consiste?
4.- Si consiste en el "gobierno del pueblo" que es su definición aceptada generalmente...
5.- ¿A qué se considera gobierno? ¿qué grupos e individuos están contenidos en el concepto "pueblo"?
6.- ¿Qué tipo de participación en ese gobierno deberían tener? ¿qué condiciones se supone que conducen a la participación?
7.- ¿Qué incentivos democráticos a la participación serían igualitarios?
8.- ¿Cómo debe ser de amplio o reducido el ámbito de gobierno?
9.-¿Cuál es el ámbito apropiado para la actividad democrática?
10.- ¿Qué incluye lo "político"? ¿incluye a) el orden público?; b) las relaciones entre Estados?; c) ¿la economía?; d) ¿la esfera doméstica o privada?
11.- ¿Deben ser obedecidos los gobernantes del pueblo? ¿qué lugar ocupa la obligación y cuál la disidencia? ¿Qué mecanismos hay que crear para aquellos que son declarada y activamente no participantes?
12.- ¿En qué circunstancias (si es que en alguna) tienen las democracias derecho a recurrir a la coerción en contra de parte del pueblo o de aquellos fuera de la esfera del gobierno legítimo?
Los núcleos esenciales sobre los que pivotó el diálogo estuvieron comprendidos por los conceptos: democracia participativa, democracia delegada, el desencanto o escepticismo de los ciudadanos de las democracias actuales, el poder del dinero como elemento corruptor de las democracias (mediante el consentimiento de los individuos que se prestan a ello), la aceptación o no aceptación del poder legítimamente constituido, el poder como fuerza corruptora para el que lo detenta, el papel de la libertad y sus límites dentro de las democracias actuales, la educación democrática como aprendizaje de conceptos y de conductas ciudadanos consecuentes con los principios democráticos (actuar, participar y denunciar), la estructura del Estado en relación a las funciones de legislar, aplicar, interpretar y hacer cumplir las leyes, las elecciones de los representantes del pueblo, la formación y el mantenimiento de los partidos, los grupos de presión y en fin, la legitimación democrática como gran concepto siempre operante en la democracia.
La complejidad de las leyes democráticas están pensadas a fin de abarcar la propia multiplicidad de situaciones que se van generando en la propia convivencia y poder dar respuesta a ellas. Por ejemplo el fenómeno crecientemente emergente de la inmigración ha exigido ya la creación y reforma varias veces de una ley que trata de solucionar los problemas creados por la avalancha de inmigrantes sin papeles, espaldas mojadas, etc. que se encuentran luego desprotegidos y abocados a la delincuencia o a un trabajo sin garantías y próximo a la esclavitud. Cuando no en las mujeres en la esclavitud sexual de una prostitución a sueldo y sin derechos ni a la libertad de movimiento.
Si en la vida de cada día no nos escuchamos unos a otros y si en este grupo formado por personas preocupadas por la realidad y por la mejora de nosotros mismos y de lo que nos rodea no fuésemos capaces de escucharnos y entendernos, ¿cómo seríamos capaces de convivir en la complejidad de la democracia a nivel autonómico o nacional?
No obstante, las perspectivas de las relaciones entre el individuo y el entorno democrático en que vive en las denominadas democracias modernas avanzadas son tremendamente complejas: económicas, jurídicas, políticas ideológicas, etc. y el legado que en torno al concepto de democracia hemos recibido es muy rico.
No solamente hacen complejo el tema de la democracia los creadores de la teoría del Contrato social en la Ilustración: Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, etc. sino los autores posteriores o recientes como Haberlas, Rawls, etc. elevan a una complejidad tan grande la comprensión de la riqueza de esta teoría que el hombre corriente de la calle se pierde en ella.
Sin ir tan lejos, existen obras de divulgación que pueden ilustrarnos sobre los modelos de democracia y tenemos también a mano para examinar los propios ejemplos de las democracias existentes tanto en Europa como en América cuya estructura y funcionamiento no es igual.
Son problemas aún sin solucionar en nuestras democracias, en las cuales sobre el papel está todo garantizado, el paro, la pobreza extrema, la pasividad de los ciudadanos (no formados plenamente ni educados en la participación activa) que pone nuestras democracias en manos de políticos sin escrúpulos que sólo persiguen su ganancia, la violencia juvenil fruto de su vacío existencial, la violencia terrorista, la falta de auténtica integración de las autonomías (con el tirón desintegrador y ultranacionalista de algunas d e ellas), etc.
¿Puede reducirse la democracia a unos estímulos biológicos y a su pretendida satisfacción por parte de los poderes públicos o los grupos sociales? ¿tiene algún fundamento biológico la democracia?
Evidentemente, somos animales racionales (otra vez Aristóteles) si esta definición es comprendida en toda la riqueza que el estagirita le atribuía, es decir con una racionalidad que incluye la intencionalidad de la voluntad y los sentimientos que integran también lo mental (senti-mental). En este sentido lo biológico es una parte de nuestra estructura, pero el pensamiento, los sentimientos impregnados de reflexividad y de intencionalidad, los actos propiamente generosos de que somos capaces no son explicados por la pura biología en sí.
Las democracias, en este sentido, tienen que albergar en su seno una ética mínima (Adela Cortina) al propio tiempo que la posibilidad de unos máximos de felicidad mediante ofertas ideológicas o religiosas plurales para que los ciudadanos puedan construir libre y responsablemente su proyecto existencial.
La verdad, muchas veces, no está en lo que decimos sino en lo que ocultamos. No somos plenamente consecuentes con lo que decimos, por otra parte.
¿Nos conocemos suficientemente a nosotros mismos para hablar con verdad? ¿Nos dominamos suficientemente a nosotros mismos para no caer en lo fácil de la violencia verbal o de otro tipo cuando la situación exige, muy al contrario, comprensión y escucha del otro?
¿Cómo emplear los últimos cartuchos que nos quedan en la esperanza? ¿Cómo hacerlo en una sociedad que parece poseer cada vez menos valores trascendentes y solidarios y cada vez más valores individualistas y del placer egoísta?
¿Es la democracia lo natural? ¿Es acaso antinatural en el sentido de no estar preparada nuestra animalidad para ella y de ahí las carencias de nuestra propia convivencia en ella? ¿La evolución humana es contra naturaleza? ¿Nos dan en los medios de comunicación la “pastilla” que hemos de tomar cada día para que todo marche como a los poderes fácticos constituidos les conviene? ¿Se puede adaptar nuestra biología, que persigue la ley del placer y del mínimo esfuerzo, al esfuerzo continuo de tener en cuenta a los demás dentro de la convivencia?
Sin embargo, también podemos pensar que la democracia, visto los tremendos defectos y carencias que poseen los individuos, está funcionando demasiado bien. O aquello otro: “tenemos los gobernantes que nos merecemos”.
Por otro lado, los interrogantes sobre nuestra propia evolución natural podrían obtener respuesta si consideramos que nuestra naturaleza humana exige una evolución consciente. Al emerger el hombre como tal dentro del fenómeno universal de la evolución, la consciencia que este fenómeno huma aporta a ella, supone la necesidad de la convivencia no propiamente biológica basada en la fuerza sino en la convivencia y la dignidad de todos mediante los medios que tenemos: el lenguaje, la racionalidad, etc. Sin embargo, ¿existe un paradigma cultural de lo fácil que es instaurado y promovido por ciertos poderes y aprovechado por los que nos gobiernan para un gobierno más cómodo y que les aporte el bienestar y la riqueza a unos pocos?
La complejidad de las leyes democráticas están pensadas a fin de abarcar la propia multiplicidad de situaciones que se van generando en la propia convivencia y poder dar respuesta a ellas. Por ejemplo el fenómeno crecientemente emergente de la inmigración ha exigido ya la creación y reforma varias veces de una ley que trata de solucionar los problemas creados por la avalancha de inmigrantes sin papeles, espaldas mojadas, etc. que se encuentran luego desprotegidos y abocados a la delincuencia o a un trabajo sin garantías y próximo a la esclavitud. Cuando no en las mujeres en la esclavitud sexual de una prostitución a sueldo y sin derechos ni a la libertad de movimiento.
Si en la vida de cada día no nos escuchamos unos a otros y si en este grupo formado por personas preocupadas por la realidad y por la mejora de nosotros mismos y de lo que nos rodea no fuésemos capaces de escucharnos y entendernos, ¿cómo seríamos capaces de convivir en la complejidad de la democracia a nivel autonómico o nacional?
No obstante, las perspectivas de las relaciones entre el individuo y el entorno democrático en que vive en las denominadas democracias modernas avanzadas son tremendamente complejas: económicas, jurídicas, políticas ideológicas, etc. y el legado que en torno al concepto de democracia hemos recibido es muy rico.
No solamente hacen complejo el tema de la democracia los creadores de la teoría del Contrato social en la Ilustración: Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, etc. sino los autores posteriores o recientes como Haberlas, Rawls, etc. elevan a una complejidad tan grande la comprensión de la riqueza de esta teoría que el hombre corriente de la calle se pierde en ella.
Sin ir tan lejos, existen obras de divulgación que pueden ilustrarnos sobre los modelos de democracia y tenemos también a mano para examinar los propios ejemplos de las democracias existentes tanto en Europa como en América cuya estructura y funcionamiento no es igual.
Son problemas aún sin solucionar en nuestras democracias, en las cuales sobre el papel está todo garantizado, el paro, la pobreza extrema, la pasividad de los ciudadanos (no formados plenamente ni educados en la participación activa) que pone nuestras democracias en manos de políticos sin escrúpulos que sólo persiguen su ganancia, la violencia juvenil fruto de su vacío existencial, la violencia terrorista, la falta de auténtica integración de las autonomías (con el tirón desintegrador y ultranacionalista de algunas d e ellas), etc.
¿Puede reducirse la democracia a unos estímulos biológicos y a su pretendida satisfacción por parte de los poderes públicos o los grupos sociales? ¿tiene algún fundamento biológico la democracia?
Evidentemente, somos animales racionales (otra vez Aristóteles) si esta definición es comprendida en toda la riqueza que el estagirita le atribuía, es decir con una racionalidad que incluye la intencionalidad de la voluntad y los sentimientos que integran también lo mental (senti-mental). En este sentido lo biológico es una parte de nuestra estructura, pero el pensamiento, los sentimientos impregnados de reflexividad y de intencionalidad, los actos propiamente generosos de que somos capaces no son explicados por la pura biología en sí.
Las democracias, en este sentido, tienen que albergar en su seno una ética mínima (Adela Cortina) al propio tiempo que la posibilidad de unos máximos de felicidad mediante ofertas ideológicas o religiosas plurales para que los ciudadanos puedan construir libre y responsablemente su proyecto existencial.
La verdad, muchas veces, no está en lo que decimos sino en lo que ocultamos. No somos plenamente consecuentes con lo que decimos, por otra parte.
¿Nos conocemos suficientemente a nosotros mismos para hablar con verdad? ¿Nos dominamos suficientemente a nosotros mismos para no caer en lo fácil de la violencia verbal o de otro tipo cuando la situación exige, muy al contrario, comprensión y escucha del otro?
¿Cómo emplear los últimos cartuchos que nos quedan en la esperanza? ¿Cómo hacerlo en una sociedad que parece poseer cada vez menos valores trascendentes y solidarios y cada vez más valores individualistas y del placer egoísta?
¿Es la democracia lo natural? ¿Es acaso antinatural en el sentido de no estar preparada nuestra animalidad para ella y de ahí las carencias de nuestra propia convivencia en ella? ¿La evolución humana es contra naturaleza? ¿Nos dan en los medios de comunicación la “pastilla” que hemos de tomar cada día para que todo marche como a los poderes fácticos constituidos les conviene? ¿Se puede adaptar nuestra biología, que persigue la ley del placer y del mínimo esfuerzo, al esfuerzo continuo de tener en cuenta a los demás dentro de la convivencia?
Sin embargo, también podemos pensar que la democracia, visto los tremendos defectos y carencias que poseen los individuos, está funcionando demasiado bien. O aquello otro: “tenemos los gobernantes que nos merecemos”.
Por otro lado, los interrogantes sobre nuestra propia evolución natural podrían obtener respuesta si consideramos que nuestra naturaleza humana exige una evolución consciente. Al emerger el hombre como tal dentro del fenómeno universal de la evolución, la consciencia que este fenómeno huma aporta a ella, supone la necesidad de la convivencia no propiamente biológica basada en la fuerza sino en la convivencia y la dignidad de todos mediante los medios que tenemos: el lenguaje, la racionalidad, etc. Sin embargo, ¿existe un paradigma cultural de lo fácil que es instaurado y promovido por ciertos poderes y aprovechado por los que nos gobiernan para un gobierno más cómodo y que les aporte el bienestar y la riqueza a unos pocos?
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