sábado, 23 de diciembre de 2006

Identidad y Felicidad

Foro Celebrado el 10/VII/2003
Ponente: Juan Dianes Rubio.
INTERROGANTES:
¿Existe la Identidad o somos un ramillete de variados pensamientos, sentimientos y sensaciones como quería Hume? ¿Existe la Felicidad o nos limitamos a la satisfacción momentánea de cada deseo, lo cual nos deja luego con mayor vacío del que teníamos?Si existe la identidad... ¿en qué consiste? ¿Es el recuerdo de las experiencias, sentimientos y pensamientos tenidos?, ¿Existe un YO que unifica todos estos estados siendo él plenamente consciente e inalterable aún cuando no tengamos conciencia del mismo salvo en algunos momentos? ¿Cuál será, a su vez, la esencia de la felicidad? ¿A quién daremos la razón? ¿A Epicuro? ¿A Aristóteles? ¿Acaso no debemos preocuparnos sino por el cumplimiento de nuestro deber, con voluntad pura, como quería Kant? ¿Es la felicidad una mezcla de todo ello que manejamos sin tener un auténtico control de nosotros mismos?Por otra parte, ¿Existen clases de identidad o se trata de una única identidad al menos para cada pueblo o cultura? ¿Cuál es el origen de la constitución de la identidad en nosostros? ¿Exiten clases de felicidad? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo debemos tratar de conseguirla? ¿Existe una fórmula única de la felicidad? ¿Pueden admitirse grados de identidad y de felicidad? ¿Existen en nuestra vida momentos en los que se manifiesta la identidad y la felicidad con plena conciencia? ¿Hay momentos en que no sabemos quienes somos (IDENTIDAD) o que nos da igual la felicidad o el sufrimiento?Finalmente, ¿qué relación existe entre identidad y felicidad? ¿Qué dimensión de la identidad puede realizarnos como personas maduras flexibles comprensivas y felices?PRESENTACIÓN: FELICIDAD E IDENTIDAD
Nuestra identidad se va constituyendo por la identificación con ideas, costumbres, hábitos, lugares, creencias, grupos, etc. que en el curso de nuestra vida se han presentado a nuestra experiencia o conocimiento. Todas estas identificaciones, las realizamos asumiendo valores morales presentes en toda acción, y narración y estos nos llevan al compromiso y a la fidelidad, con un ideal, con unas instituciones o con algún grupo o persona.
Es por esto que nuestra identidad, lo que somos, nos lleva a elegir, a decidir y a defender una causa que creemos justa y valiosa moral y socialmente. Los valores nos hacen elegir entre personas, etnias o grupos necesitados de defensa. Nos hacen luchar contra ideologías juzgadas dignas de rechazo (ultraderecha, nacionalismos fanáticos, fundamentalismo religiosos, mafias de cualquier tipo, dominio y opresión de un país sobre otros, explotación laboral de los niños, hambre en el mundo, etc.) es decir, nos hacen tener una identidad.
En consecuencia, la identidad que se va conformando gracias a nuestro proyecto de vida, tiene la fuerza integradora para hacer que nuestra subjetividad no esté errante, cambiando continuamente de unas ideas y deseos a otros. De aquí se deduce que la parte moral es la dimensión de nuestra persona que la puede constituir en una auténtica identidad feliz. La dimensión más fuerte del "sí-mismo" que determina nuestro proyecto final de felicidad. Esta parte integradora de la identidad esta constituida por la estima de sí junto a la solicitud por el otro, indisociable de la primera.
Según Aristóteles esta estima de sí y solicitud o estima del otro, constituía la base de la amistad que era la fuente de auténtica felicidad.
Según Ricoeur, lo que llamamos "corazón" es la síntesis de la dimensión afectiva que resume a su vez, las dimensiones del conocimiento y de la acción, siendo algo intermedio entre la felicidad y el deseo. El "corazón", al abarcar las síntesis de las dos dimensiones restantes del ser humano, a saber, la del conocimiento y la de la praxis o acción, es el centro electivo que, cuando "mira" al ideal de "vida buena" nos remite a la consecución de la felicidad mediada por la justicia, la cual es necesario intentar realizar poco a poco en nuestra vida y en la sociedad mediante el conocimiento y la acción (conducta responsable).
El ser humano busca permanecer en el ser: es lo que Spinoza llamaba el "conatus" o "afirmación originaria" de todo ser. Esta afirmación originaria es un modo de ser de la libertad y se ha de desarrollar en el auténtico desenvolvimiento ético de esta libertad en relación de aprecio y respeto de sí mismo y de los demás.
De este modo el "permanecer" auténticamente en el ser o "conatus" depende de la consecución de una auténtica identidad integrada humana y socialmente. Depende de la plenitud de nuestra identidada y de esta plenitud, a su vez, depende el que nos sintamos profundamente -y no superficialmente como es generaklmente el caso- felices y realizados.
La conciencia de libertad y la plena posesión de nuestro pasado por nuestra memoria (identidad), según Ricoeur, depende de un tema ético confesión y reconocimiento de nuestrs culpas y errores y asunción de la responsabilidad. Mediante esta auto-posesión plena de nosostros mismos en nuestra memoria y en nuestro sentimiento es realizada la alegría del "sí-mismo" y en consecuencia de una identidad realizada y plena que pueda ser útil a la plenitud y felicidad de los demas. (Juan Dianes Rubio.)
DESARROLLO DEL DEBATE:
NOTA: Las intervenciones, actitudes y opiniones de los participantes se encuentra entremezcladas por respeto a la privacidad de los mismos fuera de la sesión de debate.
¿No es acaso la felicidad el fruto de una actitud instintiva -más bien que una actitud racional- que cuando es supeditada en exceso por la razón, las normas, el deber, se marchita y llegamos a la infelicidad?
La felicidad es un equilibrio entre conocimiento, acción y experiencia que proporciona paz al sujeto que lo consigue.
Es cierto, pero hay que distinguir entre la felicidad fruto de este equilibrio dentro de la vida y la felicidad-beatitud que es la testimoniada por todos aquellos que se entregan a un objetivo de desarrollo espiritual o de unión con el Absoluto o Divinidad. Es decir aquella felicidad que es fruto de la tendencia mística del ser humano.
Es una evidencia de muchos individuos que cuando conseguimos suspender la actividad racional o cerebral es cuando nos afluye la felicidad. En este sentido sería necesario tratar de conseguir una especie de estado de sosiego "primario".
No podemos olvidar en relación con el tema de la identidad la frase de Orte "Yo soy yo y mi circunstancia". El yo está en contacto con las experiencias. La consecución de esta identidad que evoluciona es un esfuerzo constante.
Todo conocimiento y no sólo el conocimiento que tiene que ver con la razón práctica (la cual afecta a lo ético-moral) tiene que ver con lo real (el mundo social, profesional, político, mundo de las verdades científico-tecnológicas o del arte, etc.). de esta manera, al estar conectado con lo real, afecta al mundo de lo ético. De esta forma, no existe conocimiento neutro respecto del ámbito de lo ético (afecta para bien o para mal a nuestras vidas) y que no afecte a la consecución de la felicidad.
La fidelidad a sí mismo consiste en la coherencia con nosotros mismos, con nuestro proyecto de vida y ello es fruto de un esfuerzo. Por aquí se desemboca en una idea de felicidad muy distinta a la que profesa la persona no formada auténticamente que cree que consiste en dejarse ir, sólo en disfrutar, en hacer lo menos posible en la vida y en disfrutar del máximo de placeres, etc.
Por otro lado, en la relación al diálogo y el entendimiento con los demás, seremos coherentes cuando después de reconocer la verdad del otro la incorporamos a nuestra vida.
¿Existen clases de identidad?
Existen especies de identidad, o al menos, para entendernos en sociedad, se habla de identidad individual, social, pública, política, etc. Podríamos incluso aludir a la identidad profunda de cada cual y a las identidades superficiales que podríamos considerar constituidas por diferentes “yoes”. Por supuesto que no es necesario considerar que el hombre no sea un ser unitario y que sea múltiple, sino que estos “yoes” serían aspectos de nuestro carácter, hábitos, actitudes, modos de reaccionar, etc. arraigados en nosotros y con los cuales nos identificamos, los cuales nos arrastran en determinados momentos si no tenemos dominio de nosotros mismos.
En resumen, el tema de la identidad es apasionante y está relacionado con todo en la vida, si lo pensamos detenidamente y poseemos los suficientes datos para ver la profunda unidad que todo tiene dentro de la realidad unitaria del universo, del cual forma parte la vida humana.
De todos modos, en relación con esto como en relación con todo desarrollo del ser humano, sea en los conocimientos o sea en su ser profundo, podemos citar la frase: “Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro”.
Debemos poner en tela de juicio todo lo que es poder. El poder y la identificación con él que realizan ciertos dirigentes en su personalidad que les hace buscar su bienestar a costa del malvivir de los demás o de la corrupción que empobrece a otros, ha de ser refrenado para evitar que se den situaciones de abuso. El poderosos nunca reconoce su culpa, antes bien culpabiliza al débil al de abajo. Este sentido está impregnado del sentido nietzscheano de “culpa” y nihilismo pasivo que impregna la sociedad occidental dentro de la primera transvaloración moral a partir de Sócrates, según la teoría de dicho autor (Nietzsche).
El falso poder no posee felicidad, no tiene auténtica unidad en su ser ni voluntad autoconsciente. Es más, la inautenticidad o fragilidad de la identidad tiende a revestirse de poder para ocultar estas carencias.
Al individuo en su auténtca identidad que necesita ser apoyada política y socialmente en su desarrollo desde la infancia lo han ignorado todos los poderes, o al menos los tipos inauténticos de poder.
La identidad plantea grandes problemas de comprensión. al identidad siempre es concreta; necesita materia y forma (en sentido aritotélico) Pero, ¿si soy feliz y otro no lo es, podría serlo yo auténticamente? ¿Es esa la única forma de ser feliz, puesto que siempre existe quien sufre más o menos cerca (o lejos) de nosotros?
Existen, no obstante, individuos que se alimentan de tragedias ¿son felices así? Lo que no cabe duda es que gustan de estas emociones horribles (les parecerían horribles si tuviesen conciencia auténtica de ellas)
Otros individuos, en cambio, se alimentan del bien que hacen a los demás y que ven en los demás alegrándose del mismo sin ningún tipo de envidia. ¿Es esto lo corriente? ¿es la excepción? ¿Acaso no tendemos a acaparar la atención de una u otra forma?
Por otro lado ¿puede ser nuestra identidad la que se constituye en la controversia? ¿Puede ser una identidad que goce siendo el centro de la atención de los demás aunque sea bajo el prurito de que soy atacado por mi inteligencia y por mi bondad no comprendida? ¿puedo gozar imaginándome "en las tricheras" en contra del mundo todo que no me comprende y me persigue?
¿Dónde puede encontrar la libertad una identidad que pretenda serlo auténticamente? Solamente puede hacerlo en su interior, puesto que el exterior está constituido por las condiciones cambiantes físicas, cosmológicas, psicológicas, sociales, etc. que caen fuera de mi control. Ni siquiera puedo controlarme a mi mismo o a las personas más próximas ¿como podría hacerlo con lo demás?
Se puede cambiar en el propio interior y conseguir paz tratando al mismo tiempo de solucionar los problemas que puedas de los demás.
Identidad es igual a coherencia. Por otro lado, el que es auténticamente feliz no quiere ser más feliz que otro. Todo esto podría sintetizarse en pensar, sentir, decir y hacer en coherencia. Estas facultades deben estar en armonía.
La células y órganos forman también parte de nuestra identidad. Hay que escucharlas también. Es necesario tener también en cuenta nuestras facultades sensoriales, motoras e instintivas.
Por otra parte, para ser feliz es necesario realizar nuestra identidad más allá de la identidad que nos han dado cuando eramos pequeños o que fuimos adquiriendo por enseñanzas y por imitación de modelos, sin tener suficitente consciencia aún de lo que aprendíamos o de lo que imitábamos. Por tanto, es necesario analizar los propios "yoes"(experiencias, hábitos, actitudes, papeles, retratos de nosotros mismos que poseemos sin darnos cuenta, etc.) escogiendo lo bueno y dssechando lo inservible por no ser digno de una auténtica persona. De este modo podremos ir conformando uuna autèntica personalidad mediante el conocimiento de nosostors mismos y la acción transformadora mediante una voluntad decidida.
Existen momento cumbres de felicidad o de sufrimiento. Pero... ¿existe un estado detrás de estos estados que permanece en paz dentro de todas estas oscilaciones? ¿será éste el auténtico modo de identidad y de paz consciente y gozo suave de felicidad?
Dentro de todas estas afirmaciones y preguntas, podemos decir ya que la propia identidad no es algo fijo sino un proceso. Un proceso que incluye el esfuerzo por cambiar, unas directrices claras aunque no absolutas de cuál es el auténtico bien de una persona (el conocimiento de sí mismo y de los demás y la vida de armonía y amor con los otros) y que, naturalmente, no excluye el sufrimiento, las contradicciones, las imcomprensiones y la incomodidad.
Por otra parte, es necesario limitar la excesiva ambición de conocimientos teóricos, o más bien, la creencia de que los conocimientos teóricos son suficientes para la identidad y felicidad máximas. En el hombre actúan tres "mentes" o formas de entender los acontecimientos: mediante la racionalidad, mediante el sentimiento (el corazón tiene razones que la razón no comprende) y mediante el instinto-movimiento-energía sexual que también tienen sus intereses.
Un ejemplo: Puedo mirar la montaña desde la perspectiva de su formación, sus estratos, relaciones con el resto de los movimientos de la corteza terrestre o con el clima, etc. (intelecto). Puedo verla como un lugar para pasar las vacaciones, por su belleza, etc. (estética o sentimientos) Puedo, a su vez analizar la montaña desde el punto de vista de su explotación en minerales, o como sitio turístico, etc. (intereses del cuerpo, ganancias materiales).
Es necesario poner en armonía todas las partes del hombre. "Pensar" con todas ellas para soluciones un problema y, al mismo tiempo, huir de la vanagloria del conocimiento absoluto.

No hay comentarios: